Mucho Análisis y poca humanidad
Atractivo análisis social sobre los negocios del cine es el que realiza la directora francesa Mia Hansen-Love en su film El padre de mis hijos, donde muestra las consecuencias que puede llegar a tener un productor de cine si sus intereses comienzan a marchar en forma negativa. Lamentablemente, esta exploración carece de sentimiento y carisma como para que el trabajo transmita un poco de humanidad.
La cinta se centra en Grégoire Canvelli, un hombre que lo tiene todo. Una mujer que ama, tres niñas estupendas y un trabajo que lo apasiona: es productor de cine. Sin embargo, cuando parecía invencible, su empresa entra en números negativos. Grégoire seguirá adelante, cueste lo que cueste, pero un día se verá obligado a enfrentarse a la realidad y a una nueva palabra: el fracaso.
La película muestra claramente la debacle de un productor de cine en plena Francia, exhibiendo su lucha para conseguir dinero para apoyar producciones que contienen un valor artístico más que comercial, las exigencias extremas de algunos directores y como el sector financiero lo presiona a más no poder. Aquí, la directora logra presentar de forma acertada el caos que significa para un hombre de cine que su trabajo y sus logros se vayan “a pique” después de años de reconocimientos, y como la desesperación por salvar su prestigio repercute en su ámbito familiar, el cual ignora su estado profesional y le cuestiona el desinterés por las cuestiones domesticas.
Estos instantes son los más atractivos del film, demostrando una realidad escondida sobre la industria del cine, ámbito de gran importancia en un país como Francia y que quizás se oculta “bajo la alfombra” para seguir adelante sin importar la persona y su familia.
Pero a este atractivo análisis le faltó algo fundamental, la humanidad. Durante toda la cinta no se muestra un sentimiento, siendo todo uniforme, lineal, insulso, llevando a que el film en muchos momentos se vuelva denso e insoportable. La falta de creación de climas y de personajes con relieve hacen que el espectador nunca se identifique con la historia, provocando un trabajo frío y distante.
Esta observación falla en querer analizar un ámbito social desde lo general pero no desde lo particular, como si la persona no formara parte de la sociedad. Como estudio social, el film despliega acertadamente su visión pero erra en no agregarle la porción humana, del hombre o mujer, ya que no describe sentimientos o sensaciones que le produce esa realidad general en la cual está viviendo. Esta característica aleja y a su vez, no genera empatía con quien observa por ser esta perspectiva tan alejada de lo cotidiano.
Con un tramo final bastante desconcertante por la inclusión de escenas sin sentido que quizás son metáforas que sólo se entienden estando en la cabeza de la directora, El padre de mis hijos se destaca por su enfoque general sobre el ámbito del cine. Pero a este punto de vista le falta el aspecto humano, fundamental para que el espectador se sintiera identificado o comprendiera la realidad de un hombre desesperado por la perdida de su negocio y la repercusión dentro de su seno familiar. Falto más humanidad y menos análisis.