Es la historia de Jerome, un productor cinematográfico, casado y con tres hijas, dos de ellas infantes, y la tercera adolescente. Jerome tiene varios proyectos realizándose al mismo tiempo, y además está por producir un film coreano, y va a tratar de apoyar el nuevo guión de un joven realizador.
Sin embargo no puede ocultar sus deudas. Trata de poner lo mejor de sí y con todo el optimismo posible para darle confianza a sus clientes, empleados y familia, que va a poder salir adelante con todo.
Durante el tiempo libre, trata de ayudar a sus hijas en las tareas, asistir a su esposa, pero el celular no deja de sonarle, cada vez, con mayores problemas.
Lo que para muchos podría tratarse en un principio de una sátira acerca de la agitada vida de un productor, con un humor negro cínico pero camuflado de liviano al mejor estilo la inédita What Just Happened? de Barry Levinson, se convierte paulatinamente en un melodrama que, a pesar de un golpe bajo imprevisible, sorpresivo, pero a la vez coherente y verosímil con el contexto narrativo. El guión, que no tiene ninguna fisura, propone una progresión dramática, un juego de interacción entre el espectador y la familia protagonista.
La historia francesa, la arquitectura funcionan como perfecta metáfora sobre la situación que vive el protagonista.
A la mitad del relato se cambia el punto de vista del narrador, centrándose en la esposa y Clemence, la hija mayor del matrimonio, que busca también el primer amor. Cada uno con sus inseguridades y cuestionamientos con respecto al futuro de cada uno. La película, sin dudas, crece en interés en esta segunda mitad, porque la directora puso a sobreaviso, que todo puede llegar a pasar. Y a pesar, de tratarse de un drama, el relato toma un carácter de intriga y angustia por los personajes. Es muy difícil adivinar como va a terminar todo, pero la directora lleva el relato a buen puerto, sin necesidad de forzar situaciones, con armonía, ni incluir más puntos de giros que no tienen que ver con la historia.
Una fotografía bella, prolijos encuadres, buen ritmo narrativo con influencias de cine rohmeriano y de Olivier Assayas (el Assayas más tranquilo como el de Las Horas del Verano) acompañan un guión lleno de sutilezas, silencios, miradas que dicen más que muchos diálogos. Las excelentes interpretaciones de Louis-Do de Lencquesaing, su hija Alice, y Chiara Caselli, apoyan esta pequeña joyita del nuevo cine francés.
Hansen Love, de apenas 29 años, tiene una mirada diestra, veterana para ser apenas su segunda obra (tiene antecedentes como actriz desde los 18 años).
La película tiene escenas emocionantes, pero nunca lacrimógenas o sensibilizadotas. A la vez también tiene pequeños momentos de humor. Por ejemplo, las discusiones con un excéntrico y meticuloso director de cine sueco, que Jerome protege. La relación de ambos recuerda un poco al trato que tenía Werner Herzog con Klaus Kinsky.
Una reflexión acerca de cómo, cuando se cae el poder, puesto en los hombros de un solo hombre, las consecuencias de sus actos ególatras, repercuten en todas las personas que están a su alrededor.