Fernando, enfermo y en mal estado, sale en su bote al mar presumiblemente para morir solo, como un animal lastimado. En la travesía se encuentra con que una chica con la ropa ensangrentada viaja a escondidas con el barco. El pampero, la segunda película de Matías Luchessi, vuelve sobre un motivo que ya estaba en Ciencias naturales: dos personajes emprenden un viaje que habrá de transformarlos; el más adulto guía y protege al joven mientras recorren un mundo desolado. La película descansa en torno de las actuaciones, sobre todo de la de Julio Chávez, que compone una vez más a un personaje hosco y taciturno propenso a los estallidos de furia. Los espacios más bien pequeños de la historia (un bote, una lancha y alguna ocasional excursión a tierra) realzan la conocida técnica física del actor, que transforma su cuerpo en un centro atractor de las imágenes hasta eclipsar todo lo que lo rodea. Un tercero en pugna llega para complicar al dúo y hacer surgir un thriller tenue, como en sordina, que provee de una causa última a un hombre entregado.