Suspenso que se cuece a fuego lento
Tras un auspicioso debut con Ciencias naturales, Matías Lucchesi regresa con una película de encierro, que se destaca por las actuaciones sólidas y un relato que combina drama con suspenso de cocción a fuego lento. El espectador se va enterando de a poco y mediante algunas pistas de quiénes son y qué les sucede a los personajes de Julio Chávez y Pilar Gamboa, un hombre enfermo que se refugia en su velero y una chica que aparece escondida en su barco y con su ropa manchada de sangre.
El director y guionista apuesta fuerte en esta narración, ofreciéndole al público la información sobre los personajes y sus circunstancias con cuenta gotas y apenas agregando algunas explicaciones necesarias a través de los diálogos. La construcción de una tensión que va escalando de forma lenta algo que por momentos se siente demasiado funciona por una justa combinación de elementos.
El encierro de los personajes, literal en el barco y metafórico en la limitación de su libertad por diferentes motivos, es crucial para conseguir crear un suspenso que pesa. La puesta en escena es sencilla y está ajustada a este propósito. Todo esto se completa con el talento y el trabajo de Chávez y Gamboa, que están muy bien acompañados por la meritoria actuación de César Troncoso. Ellos encarnan la sutileza y ambigüedad que propone la narración y le agregan sensibilidad. Sus interpretaciones son el gran acierto de la película.