Thriller y drama intimista con Julio Chávez
El actor es uno de los tres protagonistas de este filme que transcurre casi por entero en un velero.
Matías Lucchesi había sorprendido con Ciencias Naturales, y todo lo bueno que había hecho lo reitera en El Pampero.
Sabe cómo retratar personajes con apenas pinceladas. Aquí son solamente tres. Y el espacio es reducido y prácticamente único: un velero. Un hombre decide dejarlo todo (Julio Chávez) y se embarca por el Río de la Plata, solo. De pronto, una mujer aparece escondida en su barco (Pilar Gamboa). Algo ha sucedido. Lucchesi tiene la sabiduría de no dar información de más: los diálogos, escuetos entre los personajes, no dan aclaraciones. No le están hablando al espectador, se están comunicando entre ellos.
Esto, que puede parecer un detalle menor, no lo es. El filme no subestima al público, y lo hace, si no partícipe, un invitado a zambullirse en la historia.
Y el tercer personaje que entra en discordia, en disonancia (el uruguayo César Troncoso) es un oficial que patrulla las aguas del Delta.
No hay por qué definir a El Pampero dentro de una categoría o, mejor, un género, porque se nutriría de varios. Es thriller, es drama intimista. Lo que sí vale subrayar es la labor de sus intérpretes, ya que como sucedía en Ciencias Naturales con Paola Barrientos -de una exposición excluyente-, Chávez está en casi todas las escenas.
Y Lucchesi lo ha rodeado de dos actores que no desentonan -Pilar Gamboa es una de las mejores actrices jóvenes del cine y el teatro argentinos-. Es cierto que el personaje de Chávez, más taciturno que medido, no deja mucho espacio para su lucimiento -un espectador que no lo conozca seguro lo disfrutará más- y cuesta olvidarse de que estamos viéndolo a él.
El suspenso está bien manejado y desde la platea uno nunca se siente manipulado. Otra razón para sostener este buen filme independiente.