Lo mejor de este documental es el desafío de filmar el mundo de los ciegos. “El panelista” se centra en un instituto de la provincia de Buenos Aires donde varios ciegos y gente con distintos problemas de visión se dedican al análisis sensorial, es decir, a calificar distintas sustancias y liquidos utilizando otros sentidos. El film se centra en uno de estos “panelistas” y cuenta sus experiencias, su historia personal y sus sensaciones, además de describir cómo es el trato con sus compañeros de labores. Las situaciones son tan extrañas que por momentos la película podría parecer un film fantástico y no un documental, aunque en este sentido un problema es el desparejo pulso narrativo que no logra enfocarse siempre en lo que quiere contar. Sin embargo, hay momentos interesantes, por ejemplo la escena en la que el director intenta algo tan difícil como un plano desde el punto de vista subjetivo de uno de los ciegos. Le faltaría algo de información objetiva y bien explicada sobre las tareas de estos panelistas, y un montaje más prolijo que sirviera para dar una idea más clara de esta problemática original, y muy poco abordada.