Melodrama obvio
Michelle Williams y Julianne Moore en una película con mecánica demasiado previsible. Sus actuaciones salvan el film.
La vieja y querida telenovela de la tarde, aggiornada en dos sentidos. Por un lado, ya no es (tanto) pobres versus ricos; por el otro, el tono del melodrama cede ante cierta “naturalidad” de los actores, aunque aún hay artificio.
Hay una mujer abnegada con un orfanato que necesita ayuda (Williams) y otra que puede donarle una cantidad fabulosa de dinero (Moore). Pero ¡oh! la abnegada ha conocido al marido de la dadivosa y hay un secreto y algo más en este triángulo.
La mecánica de la película es bastante previsible, al punto que uno puede cronometrar antes de entrar a la sala en qué momento vendrá el giro o la revelación o el secreto.
Pero esto es menos un defecto que una ventaja: los actores, ante un andamio tan conocido, hacen mucho para que el film cobre algo de espesor. Los tres, especialmente Moore y Williams, saben bien qué hacer y logran que este telefilme cobre el peso suficiente como para justificar el pago de una entrada.