Secretos y mentiras
Asghar Farhadi filma en Francia. A pesar del cambio radical de idioma, actores y territorios, la película permanece fiel a su filmografía, con un guion de múltiples capas y una magistral dirección de actores. El pasado inscribe al noir sentimental característico de su obra en una tradición realista francesa cercana al universo de Claude Sautet y Maurice Pialat.
Luego de varios años de separación, Ahmad llega a París desde Teherán para regularizar su divorcio con Marie. Instalado en la casa de Marie, el visitante descubre las relaciones explosivas entre ella, su hija mayor y el hijo de su nueva pareja. Ahmad intenta apaciguar la cadena volcánica de conflictos desde su lugar de observador venido del exterior (bien podría ser el propio director contemplando su país de adopción). Como en sus anteriores películas, Farhadi arma pacientemente una historia con varios fondos en los que cada protagonista revela inesperadas facetas de su personalidad. El cineasta construye un enredado campo de tensión entre el malestar porla cohabitación de los dos hombres y la incómoda posición de Marieen en el medio de ambos. Los secretos y mentiras flotan en el aire y el espectador debe componer y recomponer una realidad llena de falsas apariencias en la que el principio de la verdad se diluye.
La tensión crece de a poco, la pasión guía a cada uno de los personajes, los gritos y los llantos rompen el silencio. La película nos conduce a través de pistas falsas con una inteligencia extraordinaria hasta llegar al final en un torbellino de emociones y suspenso. Algunos volverán a reprochar que Farhadi sobrescribe sus historias o que está muy atado a un guión con efectos, máscaras y giros psicológicos. Tal vez tengan razón. De cualquier modo, es un placer dejarse manipular por un cineasta que posee tanto talento para el folletín como intensidad para la tragedia.