El cine de Asghar Farhadi es complicado y engañoso. Por un lado, deja traslucir su humanidad y su manera generosa de tratar a sus personajes, dándoles a todos ellos sus razones para actuar como actúan. Hay algo maravilloso en su forma de entender al cine y es que uno siempre le puede dar la razón a varios personajes a la vez. O a todos. En las películas del director de LA SEPARACION se pueden cometer errores y los personajes pueden equivocarse, pero siempre encuentran la manera de justificarse y explicar porqué hacen lo que hacen. Pueden ser convincentes o no, pero son humanos y actúan de acuerdo a sus ideas, a su visión del mundo, a su forma de pensar.
Pero por otro lado, el cine de Farhadi es excesivamente expositivo: todos los personajes dicen todo el tiempo lo que les pasa o lo que creen que les pasa y el drama procede fundamentalmente a partir de estas confesiones/conversaciones. Es como si las películas estuvieran integradas por interrogatorios y entrevistas, lo que las hace más parecidas a policiales que a dramas. Esa curiosa mezcla de géneros puede ser agradable y curiosa –EL PASADO es una especie de investigación detectivesca sobre un hecho del cual todos parecen tener versiones contradictorias–, pero también algo agotadora: en el mundo de los “sentimientos” la investigación siempre debería ser menos importante que, bueno, que esos sentimientos que se investigan…
thepast2En LA SEPARACION sucedía algo parecido: definir el conflicto entre el dueño de casa y la empleada doméstica implicaba una investigación similar, pero ahí había un caso legal que resolver de por medio y eso la justificaba dramáticamente. Aquí, no. Aquí se trata de dilucidar un episodio que disparó comportamientos muy fuertes por parte de los miembros de una familia ensamblada y que, da la impresión, no fue como casi ninguno de los personajes creen que fue. La película, finalmente, dirá que no es tan importante lo que pasó o dejó de pasar, pero para eso nos tiene una hora convertidos en detectives, como jugando a dos puntas…
Ahmad (Ali Mosaffa), un hombre iraní, llega a Francia a firmar su divorcio de su ex esposa, Marie (Berenice Bejo), que ya está viviendo con Samir (Tahar Rahim). Al llegar allí se da cuenta que la vida de su ex es bastante complicada. Se lleva muy mal con Lucie (Pauline Burlet), su hija adolescente (de un matrimonio anterior al de ellos dos), y el pequeño hijo de su nueva pareja la tratan muy mal. Sólo la pequeña del medio (del mismo matrimonio que la adolescente: ninguno de los tres chicos es hijo del iraní) parece tranquila. La situación que incomoda a todo el mundo tiene que ver con que Marie y Samir empezaron a salir mientras él estaba todavía casado y su mujer, depresiva, intentó suicidarse y todavía está en coma.
lepasse2Lucie culpa a su madre y a su novio del hecho, y vive escapándose de la casa. El pequeño vive enojado con todo y con todos por la situación de su madre. Samir no parece saber bien qué hacer. Y menos Marie, atribulada por la situación. Sólo Ahmad, que viene de afuera y puede analizar con un poco más de distancia la situación, parece capaz de desentrañar esa cadena de acusaciones y culpas no habladas. Y cuando Marie le pide que la ayude a manejar lo que le pasa a Lucie (con quien él tiene mejor relación) lo hace, funcionando en la historia como el detective.
El planteo de la complicada trama de relaciones es riquísimo, ya que pone en juego una serie de conexiones entre miembros de las familias –y amigos y empleados– inesperadas y ambiguas, sacando a la luz una serie de verdades ocultas acerca de los personajes y tensiones discretamente escondidas. Farhadi filma las conversaciones, las peleas y las situaciones familiares consiguiendo una gran intimidad y naturalidad: la casa parece una casa habitada y no una diseñada por decoradores, lo mismo que los comportamientos contradictorios de los personajes, más cercanos a lo “humano” que a lo “escrito”. Es cierto que todo se habla y se expone, pero la situación en un sentido lo amerita.
Sin embargo, a partir de los 80 minutos de esta película de 130 de duración, EL PASADO se empantana en su propia trama, dejándose de preocupar tanto por los personajes y tratando de determinar, como una suerte de RASHOMON de las relaciones personales, qué llevó a la ex mujer de Samir a intentar suicidarse, ya que hay varias posibilidades, culpas, acusaciones y sospechas, pero la mujer no puede aportar lo suyo ya que está en coma. Ahí la película se vuelve demasiado detectivesca (unos emails enviados o no, leídos o no, pasan a ser clave) y se descentra. Al final, cuando quiere decirnos que realmente no importa lo que pasó y cómo pasó, la sensación que se tiene es de una “estafa”: si no importa, ¿para qué insistir en saberlo durante más de media hora?
lepasseEs una pena, ya que la película es muy lograda hasta entonces, transformando un material casi de telenovela en un drama realista, humano y creíble. Sí, es cierto, hay trama para una telenovela (o al menos una miniserie), pero recién al final se nota la necesidad y el apuro por resolver todos los hilos y cerrar todas las puertas que se han abierto.
Hay otro problema con la película, al menos en mi opinión: la siento llamativamente misógina. Si bien Farhadi es comprensivo respecto a las actitudes de los personajes, deja en claro que las mujeres de la trama son las que enredan y complican la madeja, las que actúan mal o no saben cómo actuar, mientras que son los hombres los que tratan de desenredarla usando su sentido común. Y el protagonista, iraní, es en ese sentido el héroe de la película: si bien se nos cuenta de que tuvo un pasado depresivo y algunos problemas, funciona en EL PASADO como el personaje que parece tener todo claro, el extranjero que viene de afuera y ayuda a resolver los problemas que estos franceses no saben cómo manejar…