Después de filmar la decepcionante Búsqueda implacable 3 en el 2015, Liam Neeson anunció en los medios de prensa su retiro del cine de acción.
El actor había manifestado que se había divertido con esa serie de películas que hizo dentro del género, pero sentía que a los 65 años ya no podía ser creíble en esa clase de personajes.
Durante un tiempo cumplió su promesa y retomó los roles dramáticos, donde se destacó en películas como Silencio, de Martin Scorsese, y El informante, producida por Ridley Scott.
Inspirado probablemente por un generoso cheque, este año el artista regresó al cine de acción en lo que marca su cuarta colaboración con el director Jaume Collet Serra, luego de Sin identidad (2011), Non-Stop (2014) y Una noche para sobrevivir (2015), que en mi opinión es el mejor trabajo que brindó este equipo y se centraba más en el policial negro.
En el caso de El pasajero nos encontramos con una propuesta que básicamente refrita el mismo concepto de Non-Stop, con la diferencia que la trama se desarrolla en un tren en lugar de un avión.
Pese a esta desventaja, donde no se ofrece nada nuevo o interesante, el director aprovecha muy bien la presencia de Neeson para brindar un sólido entretenimiento que cumple con lo que se puede esperar en un estreno de este tipo.
Collet-Serra tiene muy claro la clase de espectáculo que desea desarrollar y a través de un buen dominio del suspenso y las escenas de acción consigue que la película se disfrute.
En la mitad del film el cineasta sorprende con una pelea brutal filmada en una sola toma que se destaca entre los mejores momentos de esta producción.
Salvo por una edición rara y confusa en los primeros minutos donde se introduce al personaje principal, el resto de film está bien realizado y la trama cuenta con los giros suficientes para mantener al público interesado por el conflicto.
Aunque El pasajero no sea una película relevante en la filmografía de Liam Neeson, si disfrutaste en el pasado los títulos realizados por el mismo director este estreno funciona para distenderse un rato con un entretenimiento pasatista.