Los insondables caminos de la justicia.
¿Cuánta humillación y maltrato es capaz de soportar un ser humano? Es una de las cuestiones principales que subyacen en la construcción estética bajo el primer largometraje de ficción de Sebastián Schindel, basado en un caso policial real ocurrido hace unos años. El Patrón: Radiografía de un Crimen es, en este sentido, realmente la radiográfica de un acto criminal desde todas sus facetas. La película pone al espectador ante un proceso que exhibe las falencias de un sistema judicial que castiga a los ciudadanos con menos recursos y educación por no tener los medios para solventar un buen abogado.
El calvario de Hermógenes (Joaquín Furriel) se remonta a sus orígenes en Santiago del Estero cuando es calificado por el gobierno provincial como inepto, lo cual lo deja afuera de muchas faenas y del servicio militar. Sin trabajo y sin perspectivas, viaja con su pareja Gladys a Buenos Aires, donde consigue trabajo en una carnicería. Allí se abre camino aprendiendo tareas bromatológicamente perniciosas y trabajando en condiciones insalubres y peligrosas hasta convertirse en el encargado de uno de los locales de venta de carne del inmoral empresario Latuada (Luis Ziembrowski)
Imputado por el asesinato de Latuada, Hermógenes se somete al proceso judicial sin esperanza y con la certeza de que ha cometido un pecado mortal por el que debe ser castigado. Tras un intercambio de favores con Nora, la secretaria del juzgado, para acelerar una extradición, el abogado Marcelo Di Giovanni (Guillermo Pfening) toma el caso y de a poco se convence de la necesidad de ayudar a este joven trabajador esclavizado y humillado por su empleador.
La actuación de Joaquín Furriel, como un hombre humilde y sumiso que solo sabe recibir órdenes y espera una recompensa de su patrón, es extraordinaria y demuestra la capacidad del versátil actor, pero el gran protagonista de la película es el excelente trabajo de cámara que retrata la vida de los migrantes de las provincias en Buenos Aires y los abusos ilegales e inmorales a los que los empresarios someten a sus empleados y a los consumidores a costa de su salud. El ojo de Sebastián Schindel (El Rascacielos Latino, 2012) filma como si la película fuera un documental acercándose a los actores hasta conseguir la toma perfecta y así avanza en una historia sobre la explotación y sus consecuencias que indaga en los recovecos del sistema judicial y de la idiosincrasia argentina, que necesita de algunos favores y algún que otro empujón para actuar ante la injusticia. De esta manera, El Patrón: Radiografía de un Crimen logra transformarse en una obra sobre nuestra cultura a partir del funcionamiento tanto del sistema judicial como de nuestros valores, saturados por la incomunicación masiva.