El patrón es una de esas películas nacionales que sorprenden, es decir, que da mucho gusto de encontrarse con una obra así en el cine.
Con un póster que no dice demasiado para el que aún no la vio pero con un significado inmenso para quien ya la ha disfrutado, este estreno que “la juega de callado” en pleno furor Relatos Salvajes post Oscars merece todos y cada uno de los siguientes elogios.
Primero y principal la enorme, desbordante e intensa actuación de Joaquín Furriel. Es increíble la transformación que el artista logra apartándose por completo de los galanes de novelas que ha interpretado. Aquí realmente no parece él y no solo en lo físico (que ya es mucho) sino también en la impronta de su personaje y lo que logra a partir de gestos.
Aplausos al director y a los productores por dar esa oportunidad y jugársela de esa manera.
La segunda cuestión para remarcar es la historia. La misma está adaptada del libro escrito por el famoso jurista Elías Neuman basándose en un hecho real a su cargo en la década del ’80.
Aquí todo transcurre en la actualidad y nos encontramos con un ser detestable -encarnado por un excelente Luis Ziembrowski- que es dueño de varias carnicerías, en una de las cuales trabaja el personaje de Furriel y donde se desarrolla la historia.
Lo tercero para comentar justamente es la carne. Si, la carne. Es impresionante todo lo que el film puede hacer sentir al espectador. Un verdadero carnívoro como quien escribe estás líneas sintió asco y repulsión por todo lo que mostraron que ocurría dentro de esa carnicería y como se adulteraba la materia prima. Algo que me dejó pensando bastante.
Supongo que un vegetariano la puede pasar verdaderamente mal. Son muchas escenas sobre eso, y cada vez más gráficas, a tal punto que te podés imaginar el olor.
Estos tres elementos acompañados por una factura técnica que si bien no es grandilocuente está muy bien, hacen que la primera película de ficción de Sebastián Schindel se convierta en una verdadera experiencia cinematográfica.
El patrón es otro claro ejemplo del potencial enorme del cine argentino más allá de una posible estatuilla a la mejor película extranjera.
Buen cine con realización impecable y con una actuación superlativa. Definitivamente es la película para ir a ver.