Un sólido film nacional con un guión rigurosamente armado.
Para que una película nacional pueda destacar hoy por hoy tiene que tener muchos méritos para llamar la atención del espectador: Un reparto de estrellas, valores de producción estéticamente impecables, y por encima de todo un guion sólido por los cuatro costados. Sobra decir que pocas, muy pocas, películas nacionales pueden acceder a estos méritos y todavía son menos las que a pesar de carecer de estos recursos se las ingenian para poner sobre la mesa una narración sólida.
Para su consideración, una película nacional que si bien no hará mella en la historia, los méritos de su producto final son suficientes para ganarse la chance de pelear en ese cada vez mas inaccesible ring que es la taquilla nacional.
Disciplina narrativa de alto nivel
El Patrón cuenta la historia de Hermógenes SaldÍvar (Joaquín Furriel), un carnicero analfabeto, que es arrestado por el asesinato de su jefe, Don Latuada (Luis Ziembrowski). A partir de ahí la historia alterna entre el caso judicial que investiga su abogado (Guillermo Pfening) y se retrotrae a los eventos que llevaron al crimen.
Adaptación de un caso real ocurrido hace 30 años, el guión de El Patrón es de un enorme rigor investigativo. Un rigor deuda obviamente de la trayectoria de su realizador como director de documentales. El verosímil que expone esta historia es verdaderamente admirable, ya que no sólo nos adentra en todo detalle en el detrás de escena del oficio de carnicero, sino que expone todas y cada una de los trucos de las que se valen los menos escrupulosos (no metámos a todos los carniceros en la misma bolsa) para vender una mercadería que no sobreviviría un análisis bromatológico.
Me alegra enormemente decir que ese mismo rigor que Sebastián Schindel y sus guionistas aplicaron a la verosimilitud de ese universo, también fue aplicado al desarrollo de los personajes que lo integran, y aún más importante, a los vínculos que poseen entre sí, consiguiendo de este modo despertar la empatía del espectador.
Suficiente buena factura
El Patrón posee una correcta fotografía que complementa a una dirección de arte calculada hasta el más mínimo detalle, un desempeño en este rubro que no es común en el cine nacional. Pero esta película hace sus mayores méritos en el apartado actoral. Joaquín Furriel entrega un trabajo, que si bien en algunas escenas puede llegar a ser desparejo, también tiene escenas donde brilla y sorprende con la radical transformación a la que se sometió para dar vida a su personaje. Guillermo Pfening, Luis Ziembrowski y Monica Lairana entregan más que dignas interpretaciones como contrapartes del personaje de Furriel. Pero en quien me quiero detener es en Germán De Silva, quién entrega una interpretación tan precisa del carnicero que le enseña el oficio al protagonista, que a más de uno le va a recordar a su carnicero de confianza.
Conclusión
El Patrón es un producto digno y eso no es poco en el paisaje cinematográfico actual en lo que a la Argentina refiere. Bien escrita, Bien filmada y Bien actuada, es un producto que aunque dista de alinearse con los mejores exponentes de nuestro cine, es una narración con la que vale la pena arriesgarse. Porque creo, firmemente, que ésta es una película que por sus logros y su solidez se ha ganado la oportunidad de pelear. Un producto, que aunque humilde en sus intenciones, no olvida jamás que hay un espectador del otro lado.