Un hombre humilde y analfabeto es sometido a la esclavitud en pleno siglo XXI.
El cineasta Sebastián Schindel (40) debuta con esta ficción que le costó 12 años de investigación, llega a la novela del mismo nombre cuyo autor es el abogado y criminólogo Elías Neuman, fallecido en el 2011 y se interna en una historia apasionante. Schindel se destacó como documentalista y dentro de sus trabajos se pueden mencionar: “Mundo Alas”, “Rerum Novarum” y “Cuba Plástica”, entre otras. Se sumerge en esta historia basada en hechos reales, protagonizada por Joaquín Furriel, quien personifica a un carnicero que acuchilló a su patrón, cansado de las terribles humillaciones que le hacía vivir constantemente, en una relación de amo y esclavo.
Narra los momentos que vive un trabajador analfabeto Hermógenes Salvidar (Joaquín Furriel) un peón del campo santiagueño que busca un futuro en Buenos Aires, junto a su esposa Gladys (Mónica Lairana, “El niño barro”). Él trabaja para Don Latuada (Luis Ziembrowski), dueño de una cadena de carnicerías. Latuada es un ser siniestro, violento, manipulador, usurero, avaro, un individuo despreciable, corrupto, capaz de vender carne podrida camuflándola sin interesarle absolutamente nada y con total impunidad.
El relato se va entremezclando entre el presente y el pasado. Vemos a Hermógenes, un ser dócil, obediente como un perro, con un defecto físico, que va perdiendo todo, hasta su nombre, su patrón se lo cambia por Santiago, le saca su documento, lo manipula constantemente con ciento de promesas pero siempre existe una terrible presión psicológica. Todo es miserable, el lugar donde lo hace vivir, la explotación, el maltrato y hasta tiene un instructor de carniceros (Germán De Silva, “las acacias”, “Relatos Salvajes”) que le enseña todos los trucos para engañar a los clientes y poder así venderles carne en mal estado.
El espectador ya conoce desde un principio que Salvidar mato a su patrón. Las actuaciones de Furriel y Ziembrowski son impecables. Hay que destacar el trabajo de Furriel, lo vemos sumiso, como trabaja y maneja los distintos elementos de la carnicería, como marca su defecto físico y como a través de un trabajo impresionante de maquillaje remarca los gestos y las miradas.Es para destacar además como mantiene la tonada santiagueña a lo largo de la película en una lograda composición que realmente es merecedora de un Premio” Cóndor de Plata”. Ziembrowski logra ese hombre oscuro y odiable. Complementan con actuaciones correctas: Mónica Lairana y Guillermo Pfening como el abogado defensor.
Contiene escenas de gran dramatismo, buenos planos y clímax, entre otros elementos cinematográficos. Un film que sirve para debatir varios temas: la violencia psicológica, el abuso del poder, la explotación laboral (en talleres textiles, chicas de las provincias o extranjeras obligadas a ejercer la prostitución entre otras formas de esclavismo moderno). Una fuerte crítica al poder judicial, a la sociedad, y al Estado en su conjunto que también es culpable porque excluye del sistema a muchos hombres y mujeres que no pueden insertarse en él, entre otras razones debido a que los índices de analfabetismo (sobre todo en el interior) siguen siendo elevados. La música apropiada en cada momento y para escuchar con detenimiento la bella letra del final.