Primera advertencia: no lleven chicos menores de diez o doce años a verla. Esto es al mismo tiempo una película social oscurísima y una sátira despiadada del mundo en que vivimos. Hay un preadolescente con problemas al que le regalan un muñequito poseído por el espíritu de un ninja que desea vengar el asesinato de otro niño. La cantidad de referencias adultas es enorme y el ritmo a veces más cercano a South Park que a Pixar. Un gran ejercicio -cruel, pero bueno igual.