Film de animación producido entre varios países (Alemania, Reino Unido, Dinamarca y Holanda) bajo la dirección de Richard Claus y Karsten Kiilerich que cuenta con un guión disparatado y divertido que logra entretener a toda la familia. La nueva amistad entre dos niños de trece años (Tony el humano y Rudolph el vampiro) hará que se unan para dar batalla ante la amenaza de un cazador de vampiros y su asistente que pone en peligro a Rudolph, su familia y a todo el clan. Muy colorida, con un buen logro en torno al toque de misterio y terror que propone la historia, se hace muy divertida de ver, siendo una opción interesante para ir con los más chicos al cine.
Una animación basada en la novela best seller de Angela Sommer- Bodenburg que cuenta la historia de un vampiro de 13 años, que junto a su familia están amenazados por un cazador y su ayudante, muy eficientes en eliminar a los portadores a los descendientes de Drácula. Y lo va a ayudar un humano, un chico de su edad, Tony que se fascina con cementerios, castillos y vampiros. Esta amistad y la lucha en común no solo salva al protagonista sino también a toda su familia. Con guión de Richard Claus y Larry Wilson, con la dirección de Clauss y Karsten Liilerich Puede verse como una metáfora sobre la integración de los distintos, la aceptación de los supuestos irreconciliables y la única manera de vencer a un enemigo poderoso es uniéndose en fuerzas solidarias. Un entretenimiento leve para toda la familia.
Vampiro dibujado Inspirada en la clásica saga de libros creada por Angela Sommer-Bondenburg, y llevada al cine y la televisión en varias oportunidades (muchas), El pequeño vampiro (Der Heine Vampir, 2017) es la nueva puesta al día, ahora en versión animada, y en 3D, de la entrañable amistad entre dos niños, uno de ellos, vampiro. Tomando como referencia elementos de género relacionados a propuestas precedentes, pero sin quedar anclado en él, este relato dirigido por Richard Claus y Chris Brouwer, no se destaca por la animación, que en realidad es más bien simple, sino por su interés en producir un entretenimiento familiar. El pequeño vampiro subraya algunos valores, esenciales para posicionarse con temas como la amistad, el compañerismo y el esfuerzo grupal, e intenta acercarse a las nuevas generaciones con un lenguaje próximo, escenarios atractivos y una banda sonora que refuerza los momentos claves de la historia. Todo se inicia cuando Rudolph, el vampiro en cuestión, conoce a Tony, un niño recién llegado a su casa para pasar unos días de descanso, fanático de los vampiros y aficionado a la lectura de cualquier libro que caiga en sus manos sobre el tema. En ese saber que tiene uno sobre el otro, y sin siquiera haberse puesto de común acuerdo, luchan para impedir que los dañen. Nada haría suponer que los polos opuestos se atraigan, y así, entre ambos, surgen las intenciones de los dos para evitar la extinción de la raza “vampiro” por parte del malvado Rookery. Rookery es un “cazador de vampiros”, que huele a miles de metros a cualquier vampiro que se le acerque. Este personaje, además, busca la cercanía con el espectador, quien en ese momento ya puede inducir todo lo que a continuación se relata. Así, y entre gags, con una sólida estructura de guion, El pequeño vampiro construye su épica historia de supervivencia frente a los intentos denodados por diezmar la posibilidad de perpetuar la estirpe vampira del grupo familiar del “pequeño Drácula” en la sociedad. El guion, errático y por momentos con trazos muy muy gruesos, no se aleja de cualquier otra propuesta animada que se haya estrenado previamente. Pero va más allá de esto porque necesita de una mirada mucho más honesta en cuanto a aquellos sucesos que se solapan con la escapatoria de Rudolph para proteger a los suyos. En el contraste de costumbres, y en el refuerzo de simples elementos, efectivos, como los sarcófagos, los cementerios, el castillo al que llega Tony, o la imposibilidad de reflejar imagen en el espejo, la propuesta avanza en una película plagada de anécdotas que terminan en punchlines (aunque no proliferan mucho), y no en fastidio. Hay también un interés por escapar de lugares comunes, priorizando la amabilidad y la descripción de situaciones que no sólo sean interesantes para los niños, sino también para los adultos. El pequeño vampiro desconoce, cuando comienza a funcionar, de todo el bagaje previo de películas sobre la temática, y mucho menos, libros, que con solemnidad intentaron convertirse en la “verdad” sobre el asunto, y esta, tal vez, sea su principal virtud.
Producción animada europea que repite algunas fórmulas, pero construida con personajes queribles y a pura honestidad. El carretel de los vampiros sigue teniendo kilómetros y kilómetros de hilo para cortar, también en materia de cine infantil. Un par de años después de Hotel Transylvania 2 (y poco antes de la tercera entrega de esa saga) llega otro título protagonizado por una familia de chupasangres llamado El pequeño vampiro. Basado en los personajes de las novelas de Angela Sommer-Bodenburg, el film de Chris Brouwer y Richard Claus tiene a los que quizá sean los vampiros más buenos del mundo. Tan buenos son que no saben cómo defenderse de un malvado cazador dispuesto a todo para encerrarlos, cosa que ocurre durante una reunión por el cumpleaños número 13 de Rudolph. El pequeño deberá salvar a los suyos mientras es perseguido por su enemigo. Para eso contará con la ayuda de Tony, un humano de su misma edad fascinado por los mundos de ultratumba. Sin la estridencia habitual de Hollywood (se trata de una coproducción enteramente europea), el film es un relato de aventuras sobre la amistad con varios lugares comunes y hecho a pura fórmula, pero también con una sentida honestidad para ver al público infantil a la cara. Pequeña, clásica, con personajes sumamente queribles, incluidos los “malos”, El pequeño vampiro oculta sus imperfecciones cuando se ve con los ojos de los chicos que alguna vez fuimos.
Niños vampiros de Transilvania Basada en la exitosa saga infantil de la alemana Angela Sommer-Bodenburg, este film es la nueva incursión de la cinematografía europea en la animación. Nutrida de las relecturas modernas del esteticismo de Tim Burton antes que de los clásicos basados en el universo de Bram Stocker, la historia de Rudolph y su familia de vampiros, asediados por cazadores desalmados, tiene algo del panorama multiétnico de la Europa actual. Turistas estadounidenses ávidos de exotismo, amistad entre niños de mundos distintos, lunáticos amantes de la tecnología y las persecuciones, todo en una gótica Transilvania en la que una vaca vampira y voladora se revela como el mejor hallazgo.
Aquí los personajes están bien divididos entre buenos y malos, además como suele suceder en las películas infantiles existen guiños para niños y adultos. Hay un malvado cazador de vampiros Rookery (voz Jim Carter) que tiene las características de Christopher Lee: tiene uñas negras, un corte de cabello especial y un estilo punk. Llena de personajes y quedando todo bajo un paisaje vistoso: montañas, bosques, castillos, animales, vegetación y un pueblo. Deja varios mensajes, uno de ellos sobre la amistad no importa que tan diferente sea lo importante es el amor y la unión.
Escondidos en el cementerio Los jóvenes siempre sintieron fascinación por los vampiros, quizás porque éstos tienen una sensibilidad más refinada que los mortales y una filosofía de vida ligada a la noche y a la pasión. Es por eso que, por ejemplo, muchas tribus urbanas adoptan algunas de sus marcas y características: la ropa negra, delineadores de ojos, raros peinados nuevos, devoción por los cementerios y por la palidez de lo mortuorio aún vivo. El cine nunca fue ajeno al vampirismo y le dedicó muchos rollos de fílmico a través de los años. La animación es un género que también se vio afectado por el fenómeno y el estreno de El pequeño vampiro confirma una vez más el interés por los chupasangres (el dibujito que reactivó el interés por los descendientes de Drácula fue Hotel Transylvania). La película dirigida por Richard Claus y Karsten Kiilerich, basada en las novelas de Ángela Sommer-Bodenburg, se centra justamente en el espíritu adolescente, y más juguetón, del asunto para contar una historia de amistad que tiene como eje a un clan de vampiros que vive en un cementerio de Transilvania y que de pronto se ve amenazado por unos despiadados cazavampiros. La familia vampiro está a punto de celebrar el cumpleaños de Rudolph, el hijo menor que cumple, por tricentésima vez, 13 años. Por supuesto, no tarda en aparecer la familia de humanos que sufre un accidente en auto y que decide pasar la noche en un viejo y tenebroso hotel. Tampoco tardan en aparecer los villanos, dos cazavampiros tan malvados como inútiles, que cuentan con un arsenal sofisticado de vehículos y armas. La lucha entre vampiros y humanos queda establecida. Esta coproducción íntegramente europea (Alemania, Holanda, Dinamarca e Inglaterra), si bien no cuenta con el humor efectivo de Hotel Transylvania, se destaca por su plástica, por su estética gótica y su look dark, que por momentos nos recuerda al universo animado de Tim Burton. El pequeño vampiro es visualmente agradable y sólida. Pero este punto a favor se ve sofocado por la historia, que es trillada y un tanto cansadora, y que se nota que está basada en una fórmula, como si a los directores no les interesara apostar por la originalidad. Es también una teen movie animada de vampiros, que brilla en el rubro técnico y en la simpatía de algunos personajes, como la vaca vampiro que vuela, y que sin articular una palabra despierta la risa del público.
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En 1897 Bram Stoker escribió un libro que revolucionó las historias de terror, una novela tan importante que hasta en la actualidad se sigue utilizando la idea para contar por distintos medios, y de diferentes maneras, la vida de los vampiros, cuyo ícono más importante e influyente fue el Conde Drácula. Uno de los tantos puntos de vista de esa trama es esta película, un dibujo animado infantil dirigido por Richard Claus y Karsten Killerich, ubicada en Transilvania que toma como a uno de los protagonistas a Rudolph, un chico vampiro de 13 años cuya familia le está preparando su cumpleaños, otra vez más, porque desde hace 300 años tiene la misma edad y no crece. Como en todo film, para que la historia avance y sea atractiva, el personaje principal tiene que sufrir contratiempos que luego debe solucionarlos. Por ese motivo hay un malo, un humano llamado Rookery, que se dedica a cazar vampiros ayudado por un joven al que menosprecia pese a ser inteligente. Este cazador es el terror de todo el clan, y Rudolph es valiente por lo que decide combatirlo. Y, normalmente en estos relatos, el héroe necesita un ayudante, pero no va a ser el caso de un congénere suyo sino que va a estar a su lado Tony, un chico humano de su misma edad, que le fascinan y cree en los vampiros. Esta animación plantea un argumento sencillo que tiene todos los ingredientes necesarios y bien distribuidos. Los diálogos son efectivos e informan lo necesario. Tiene algunas escenas graciosas. Técnicamente hablando los dibujos desarrollan buenos movimientos físicos y gestuales. Es muy meritorio, sobre todo, porque no proviene de los grandes estudios de animación sino que se trata de una coproducción de Holanda, Dinamarca y Alemania. La contracara más importante de esta realización son ciertas fallas en el guión, que la hacen perder jerarquía, porque desde el comienzo está planteada la lucha entre los enemigos, y todo lo que sigue es ver si el protagonista triunfa o no, y los personajes que lo rodean están en función de él. Por eso la reiteración de ciertas situaciones, aunque desarrolladas en diferentes lugares son muy similares entre sí, y la narración evoluciona muy lentamente. La osadía y bondad contra la maldad y la torpeza, la amistad, pese a las diferencias versus el maltrato del villano, para con el más puro, las familias y los familiares que se ayudan entre sí contrario a la soledad del despiadado, son todas enseñanzas que dejan este largometraje dirigido a los más chicos, en un nuevo abordaje a esta temática de los “chupasangre”.