En particular, lentamente el cine argentino va ganando en número en cuanto a estrenos en este raro período pandémico y dentro de esa avanzada, llega una película realmente consistente y vistosa, llamada «El perfecto David». Opera prima de un cineasta que viene del mundo de la publicidad, esta cinta presenta un escenario austero y frío, en el cual se juega una vinculación extraña y poco natural, entre un joven fisicoculturista y su madre, quienes parecen embarcados en una misión de perfeccionamiento corporal que va más allá de lo visible.
La dirección de Felipe Gomez Aparicio tiene claro lo que desea presentar en este recorrido. Su relato es fresco, original y a la vez, inquietante. David (Mauricio Di Yorio, excelente) es un adolescente obsesionado con su cuerpo. Dedica gran cantidad de horas al entrenamiento y al cuidado de su cuerpo. Su tarea es supervisada estrictamente por su madre, Juana (Umbra Colombo, también destacadísima) quien es una cuidadosa mujer que parece tener el foco exclusivamente en su hijo. Ambos poseen un vínculo fuerte, edípico, pero a la vez, distante y gélido.
La fotografía y el sonido acentúan el escenario donde la relación se juega. David tiene atisbos de parecer un joven más de su grupo, pero en algunas escenas con sus compañeros de colegio, nos damos cuenta de que no lo es tanto. Hay en él un silencioso doloroso que se puede percibir desde la butaca. Algo no está bien, a pesar de que hay esfuerzos en él por controlar sus impulsos. Incluso su apetito sexual parece desdibujado, aunque podemos ver que intenta satisfacer ese costado rudimentariamente.
De hecho, todo está ordenando de acuerdo a su primera prioridad, que es el cuidado y desarrollo de su mejor versión física posible. Con un torneo cercano, las acciones de Juana irán en aumento, sumando presión a través de lo químico para mejorar las posibilidades de victoria de su hijo.
No soy psicoanalista pero este film debe ofrecer mucho para mirar con detalle, dado que la estructura que presenta, es llamativa y en cierta manera, impactante. La cuestión de Juana con el arte, esa construcción que elabora en su hijo como adonis, es sin dudas, un eje en el cual se vertebran los conflictos que atraviesan al joven.
«El perfecto David» podrá leerse como un estudio de personajes y relaciones. Y está bien. Me gusta que puede resumir la naturaleza de su conflicto y escalarlo, en un tiempo adecuado. Es cierto que no todo queda resuelto y redondo en el cierre (ni mucho menos, desde ya) pero si que la película cumple en llegar al climax en el momento justo, con la premisa de dejar al espectador sereno, expectante y lleno de conjeturas sobre cómo podía continuar la historia.
Intérpretes prometedores, buen montaje, destacada dirección.
Muy buen trabajo de Gomez Aparicio, de lo mejor del cine nacional este año, sin dudas.