Un aporte a la crítica de los medios masivos
“¿No estaría bueno que el cine se vengara y tomara los códigos de la televisión?”, plantea el protagonista de El periodista (se estrena hoy en el Lavalle Multiplex, Lavalle 780). Eso hace Diego Recalde: una película con los códigos de un programa de televisión, ya desde su duración (poco menos de una hora). Ese formato responde al contenido: en tiempos en que la credibilidad de los medios de comunicación es más relativa que nunca, El periodista hace su aporte con una reflexión irónica sobre el periodismo en general y una burla en particular a los movileros demagogos, esos que dicen frases como “la gente está harta y los políticos no hacen nada”.
Así, el propio Recalde hace de un movilero que entrevista transeúntes y les pide que cambien su opinión original “por las dudas, porque no sé muy bien cuál es la línea editorial del Grupo para el que estoy trabajando”, se hace filmar al lado de indigentes para “dar progre” y graba dos copetes de contenido opuesto, según los pactos políticos de sus patrones.
Lo mejor es la gracia de Recalde y algunos recursos, como mostrar, con subtítulos, los pensamientos del personaje (el director probó en sus tres películas anteriores que es un maestro en suplir con ingenio la falta de presupuesto). Y un gran hallazgo es la demostración de cómo la mayoría de los entrevistados no se oponen a ser manipulados y a declarar cualquier cosa a cámara para luego ser editados según la conveniencia del entrevistador.
Las objeciones surgen cuando El periodista se engolosina con sus ideas y las subraya y repite hasta el hartazgo, con algunos chistes obvios y una bajada de línea que, en la era de Barcelona y 6-7-8 , resulta algo pueril y tardía.