“El perro que no calla” Crítica. Los caminos de la vida
En su sexta película, la directora Ana Katz se enfoca en la imprevisibilidad de los momentos vividos
Maria Paula Iranzo 19 noviembre, 2021 0 37
La existencia de una persona está compuesta por momentos que la interpelan, la cambian, la llevan de un lado a otro y, a pesar de cualquier catástrofe, sigue existiendo. A partir de esta premisa, Ana Katz escribe y dirige El perro que no calla, film que participa en el 36° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata en la sección Competencia Latinoamericana.
El disparador de la película son los constantes llantos de una perra que hacen que sus vecinos le digan a Sebastián (Daniel Katz, hermano de la realizadora) que, por favor haga algo, por ende la lleva a la oficina donde recibe una reprimenda por tener su mascota ahí, lo que lleva a su despido (en realidad, le piden que mande su renuncia). De ahí se desatan los diferentes momentos en la vida de Sebastián, siempre intentando buscar su camino a la felicidad, por llamarlo de alguna forma.
A lo largo de los distintos sucesos que se observan en el film, el protagonista nunca parece bajar los brazos, acepta la que venga como venga, ya que lo importante no está tanto en lo material sino en lo humano. Es cuando logra esa conexión con las personas que se cruzan en su camino -que no son pocas- que Sebastián tiene una sonrisa genuina en la cara.
Lo que parece algo simple se vuelve profundo en sólo un segundo de cinta. Katz decide que el film sea en blanco y negro y se nota la necesidad de simpleza también al combinar dibujos en esos grandes cambios de la vida, que pueden incluir un meteorito cayendo a la Tierra y dejando algo raro en el aire a más de un metro del piso
Hay una frase que resume muy bien a esta película, que es atribuída a Theodore Roosevelt, pero podría ser de cualquier persona que dice: “Haz lo que puedas, con lo que tengas, donde quiera que estés”. A lo que habría que agregarle: “Y nunca dejes de buscar aquello que te hace feliz”.