Lo que viene después se despliega con la gracia y la sutileza que ostentan los grandes cineastas. En efecto, Sebastián no podrá seguir en el trabajo y pasará por varios otros, se mudará varias veces, conocerá el amor y sus frutos, la pérdida de un ser querido y las circunstancias se apilarán orgánicamente en un relato que condensa el paso del tiempo con el increíble recurso elocuente y eficaz de señalarlo con los cambios de corte de pelo en el protagonista (y dos secuencias de animación). La fluidez narrativa y la sorpresa dominan la escena desde el primer plano al último. A Katz, por su parte, después de esta película habría que condecorarla como la reina de las elipsis.