Las cosas del querer
Doris Dörrie pertenece a la generación de directores alemanes anterior a la escuela de Berlín, que está dando a conocer tan buen cine recientemente. Recuerdo cuando vi por primera vez una película suya, Nadie me quiere, encantadora comedia romántica que mezclaba los amores no convencionales con el fantástico más delirante. Sentí que estaba frente a una inteligente observadora de la psicología humana que realizaba un cine que destilaba felicidad.
Después vi su opera prima, En medio del corazón, una impiadosa mirada hacia los hombres sometedores, vampiros de la mujer. En ambos films, como en ¿Soy linda?, Dörrie se revelaba como una aguda estudiosa del género femenino, aunque también fue de capaz de explorar el masculino en Hombres e Sabiduría garantizada. En esta última mostró su progresivo interés por Japón y el budismo, que resultaba clave para salvar a dos hermanos del hundimiento anímico después de sendos fracasos matrimoniales. También en Japón transcurre la más reciente Las flores del cerezo, en la que sigue indagando en las relaciones entre hombres y mujeres. Tal vez al éxito de ese film se deba el estreno de El pescador y su mujer, que es anterior.
Este film de 2005 es un relato tradicional que elaboraron los hermanos Grimm: narra la historia de un pescador que captura un pez, que era en realidad un príncipe encantado. Su esposa tiene una ambición sin límites y le pide a ese pez mágico que le otorgue sucesivas viviendas cada vez más lujosas y encumbradas posiciones de poder. Ya vendrá el castigo ejemplar. Dörrie le agrega otro relato fantástico: una pareja casada dejó de amarse después de tres años y fueron transformados en peces. Ellos son los narradores de la historia. Sólo podrán volver a su condición original si encuentran otro hombre y mujer que sigan amándose después de tres años de estar juntos.
La pareja en suerte es una muy simpática: ella, diseñadora de telas y ropa, él, veterinario ictícola, se dedica a buscar ejemplares raros para un coleccionista. Se conocen en Japón, donde ambos han ido en trabajar, e inmediatamente se casan con ceremonia nipona y todo. Por supuesto, se actualiza la historia de Grimm: de regreso en Munich, gracias a los peces ella puede desarrollar una línea de ropa y diseño muy exitosa mientras él cuida a su bebé; se enriquecen, surgen los problemas conyugales y el desencuentro, sobre todo a causa de la desaforada ambición de ella frente a la actitud pasiva de él.
Una vez más, Dörrie indaga sobre las relaciones interpersonales y la fragilidad del amor, aunque sin llega a la profundidad ni a la sutileza de films anteriores. Avanza también en una crítica hacia la ambición desmedida y la falta de solidaridad de los poderosos. Hay varios rostros de films anteriores: además de la encantadora actriz rumano-germana Alexandra Maria Lara (quien actuó en su Nackt, no estrenada aquí, y también en La caída y El lector), están Elmar Wepper (Las flores del cerezo) y Gustav-Peter Woehler (Sabiduría garantizada).
Una comedia menor y ligera en la filmografía de Dörrie, pero con un despliegue visual muy exuberante y atractivo, debido en gran parte a la ropa colorida y original, inspirada en los peces japoneses koi, así como una variada banda de sonido muy pop -están los Talking Heads, entre muchos otros-, cuyas letras van acompañando la acción.