Hay películas que uno no espera y generan una sorpresa incluso si están llenas de lugares comunes. O mejor, por eso: porque están llenas de lugares comunes y los subvierten, pervierten, tuercen hasta que revelan al mismo tiempo su verdad y su absurdo. Como 3000 millas al infierno o Mr. Brooks -de esa clase-, El peso... es la historia de un señor llamado Nicolas Cage que, sin futuro como actor, acepta un millón de dólares para aparecer en la fiesta de un mega millonario que lo adora. Pero termina siendo un agente de la CIA en contra de ese millonario y nuevo y auténtico amigo que ha encontrado. Esa es la trama, que aprovecha el hecho de que Cage hace años acepta cualquier rol para pagar deudas, pero al mismo tiempo recorre de soslayo una carrera realmente impresionante y abultada. Es decir, una reflexión sobre Hollywood con las herramientas más espectaculares de Hollywood, una película que muestra -no dice, muestra- que el gran espectáculo es una lupa para lo real, no un velo que lo oculta. Al mismo tiempo, es divertidísima y es, si se quiere, una especie de parodia de Adaptación, otra de las películas “raras” de Cage, donde realidad y ficción se combinan de un modo ingenioso e inteligente (que no es lo mismo). Aire fresco, juego absoluto, ganas de hacer cine de verdad con todos los condimentos. Cage es un grande y de eso se trata.