Protagonista de una de las historias de ascenso, auge y caída más radicales de la historia del séptimo arte, Nicolas Cage se abrió paso en la industria gracias a su ilustre procedencia: es sobrino del director Francis Ford Coppola. Por talento propio y gracias a un notable don para elegir papeles excéntricos y arriesgados, triunfó en “Birdy” (1984), “Peggy Sue” (1986), “El Beso del Vampiro” (1989) y “Corazón Salvaje” (1990). Fue el alcohólico en franca decadencia en “Adiós a Las Vegas” (1995) y su aspecto desesperado le sentó de maravillas en “Vidas al Límite” (1999). Luego de convertirse en abonado a films de acción taquilleros durante los ’90, dio un salto dramático cualitativo eligiendo proyectos como “El Ladrón de Orquídeas” (2002) y “Los Impostores” (2003). Cuesta creer que su carrera se encuentre en un espiral de descenso sin retorno, mediante una inefable concatenación de elecciones deficientes, solamente matizadas por sus colaboraciones junto a Paul Schrader: “Luz al Final del Día” (2014) y “Dog Eat Dog” (2017). Sin embargo, quizás el nativo de Long Beach haya encontrado la fórmula perfecta para resurgir de la forma menos pensada.
En “El Peso del Talento”, Nicolas Cage interpreta a Nicolas Cage recurriendo a las armas recurrentes de su prolífica y dispareja trayectoria, con miras de salvar su buen nombre más vale tarde que nunca. Quizás no exista dentro del planeta Hollywood una estrella que polarice las diversas miradas que sobre su legado se posan. Así como Cage interpreta un rol que perfectamente puede espejarse con el continuo de sus dos últimas décadas de trayectoria: un actor en decadencia, dueño de una filmografía tan ecléctica, repleto de deudas y olvidado por su público, quien se adentrará en una aventura que cambiará su vida para siempre.
Mediante una plétora de guiños autorreferencias, este film devenido en enorme chiste interno, parodia la propia realidad de Cage, un intérprete en declive que pasó de moda, perdiendo ostensiblemente su ‘prime’, al tiempo que perpetra una sátira a la industria que lo cobija. En este sentido, la estrella de “Contracara” (1996), “La Roca” (1998) y “Con Air” (1999) se convierte en el rostro ideal. Las luces y sombras de su filmografía nos arrojan un espectro que abarca éxito de taquilla y el efectismo en numersos géneros, en igual medida que el nulo buen juicio de un actor capaz de interpretar roles insignificantes en films nimios y meramente amateurs.
Abundante en registros ridículos y exagerado, indaga “El Peso del Talento” en las inseguridades y frustraciones que atraviesa el propio Cage; también del negocio tras bastidores, llevando a cabo una pintura similar a la que ensayara la originalísima “¿Quiéres ser John Malkovich?” (1999, Spike Jonze). Desbordante y absurda, esta experiencia explosiva no reserva timidez alguna a la hora de erigirse como meta cine y buddy movie de manual, ejecutado en relato de tres actos la esperable convención de villanos a vencer y búsqueda del eje protagónico por trascender sus propias miserias
Existen durante el metraje llamadores constantes al espectador de buen paladar cinéfilo. “El Peso del Talento”, dirigida por Tom Gormican, es una obra que no posee la mínima cuota de solemnidad; se burla de la propia convención en la que establece su terreno de juego. El mundo de ficción está siendo permanentemente analizado y criticado por los mismos personajes, de manera que se subvierte el cliché que tanto siempre nos irrita.