Mono sapiens
Si uno se conmueve (tiene miedo, se emociona) viendo y escuchando a un mono que ha sido creado íntegramente a partir de la técnica de captura de movimiento, algo bueno deben haber hecho sus realizadores. Y eso es lo que ocurre cada vez que aparece en pantalla César, el “emperador” de los simios “interpretado” por Andy Serkis (entre sus genialidades ya figuraba también el Gollum de las películas de Peter Jackson).
Por supuesto, no este el único hallazgo de una secuela que supera en casi todos los terrenos a (R)Evolución, la ya sólida primera entrega de esta saga / reboot (¿recuerdan el desastre que había hecho una década antes Tim Burton?). Más allá de ese y de otros prodigios visuales (las escenas de masas con los monos son de una creatividad notable), lo que hace de Confrontación una muy buena película es que todas las herramientas con las que cuenta Matt Reeves (que venía de un muy buen uno-dos con Cloverfield: Monstruo y Déjame entrar) están puestas al servicio ya no del mero exhibicionismo pirotécnico tan en boga en la producción hollywoodense actual o de la búsqueda del impacto instantáneo (ahí está, por ejemplo, la nueva Transformers) sino siempre en función de una narración clásica y contundente, con conflictos bien delineados. En Confrontación se entiende todo y hasta los personajes secundarios que hay entre los simios tienen su estructura psicológica, sus motivaciones y su desarrollo narrativo.
El preámbulo del film nos muestra un planeta devastado por un virus que ha provocado tanta muerte y generado tanto caos social que prácticamente ha acabado con la raza humana. Quienes, en cambio, han sobrevivido y evolucionado son los simios del título. Expertos cazadores, pescadores y guerreros, viven en comunidad y han tomado de los humanos parte de su lenguaje, su escritura y sus costumbres. Buena parte del mérito, claro, pertenece a César, quien en el film previo había tenido un amplio contacto con el personaje de James Franco y supo transmitir e implementar lo aprendido. Claro que no todos están felices con el liderazgo “humanista” de César y allí aparece el violento Koba (Toby Kebbell), que se convertirá en su némesis, en el malvado perfecto.
Si el bosque es el ámbito donde imperan los monos, la ciudad (San Francisco vuelve a ser el lugar elegido) se ha convertido en la imagen propia del Apocalipsis. Sin embargo, en una suerte de refugio resisten unos pocos humanos liderados por un hombre bueno (Jason Clarke) y otro… no tan bueno (Gary Oldman).
Las internas no tardarán en desatarse tanto entre los hombres como entre los simios y, claro, habrá conflictos hacia el interior y hacia el exterior de ambas comunidades. Pero, también, rasgos de comprensión y solidaridad. No conviene adelantar nada más de la trama, pero -más allá de la imponentes batallas- Reeves nunca descuida el espesor dramático (con eje en las relaciones padres-hijos), aunque por momentos se pone demasiado sensiblero, cursi y solemne a la hora de exaltar los valores familiares.
Más allá de esos excesos, el film jamás deja de entretener y fascinar. Los habituales desniveles entre los actores de carne y hueso y los creados por computadora aquí no se notan y, de alguna manera, el trabajo de Serkis, Kebbell y el resto de los “monos” nos obligan a repensar el tema de la actuación en la era digital. El cine está cambiando (si para bien o para mal es tema de otra discusión) y, en ese sentido, Confrontación sintoniza a la perfección con los mejores aspectos de esa evolución.