Las secuelas hollywoodenses tienden a funcionar como versiones expandidas de las películas que las precedieron: más espectaculares, más ambiciosas, con más presupuesto, más villanos, más efectos especiales. Son pocos, contadísimos, los casos en que las secuelas van hacia otro lugar. No quiero decir con esto que EL PLANETA DE LOS SIMIOS: CONFRONTACION sea una película más chica o modesta que la anterior. No. Llegado el caso es una película más concentrada, más específica, más profunda. Como EL IMPERIO CONTRAATACA –la secuela modélica para estos casos–, el asunto aquí no es bigger sino deeper. A tal punto la película de Matt Reeves es fiel a ese principio, que casi la calificaría como un drama más que una película de acción, aventuras o ciencia ficción.
Se puede decir que la elección de Reeves como director es una decisión evidente de parte de los productores acerca de qué tipo de película hacer. El realizador trae un pasado largo en series de televisión y dirigió dos películas que se caracterizan por un cierto minimalismo dramático a la hora de tratar asuntos de género: la muy buena remake de LET THE RIGHT ONE IN (llamada aquí DEJAME ENTRAR) y la muy sólida CLOVERFIELD, que respetaba similares códigos, buscando siempre la emoción y la acción en los gestos mínimos y no en las grandes acciones, algo a contramano del manual de la superproducción tan en boga en Hollywood, especialmente en los de la línea superhéroes.
simios2CONFRONTACION es un drama bélico, más que ninguna otra cosa. Es la puesta en escena de un potencial conflicto entre dos ejércitos, con un inusual doble punto de vista que nos permite ver todas las variables posibles. Es una película sin villanos –lo más parecido que tiene a un villano es, para mí, su único problema– en la que, como dice la clásica frase, “todo el mundo tiene sus razones“. Reeves pasa casi más tiempo con los simios y sus diferencias a la hora de afrontar el conflicto con los humanos de lo que lo hace con los sobrevivientes del virus que habría causado la destrucción de casi toda la raza humana. Y cuando regresa a los hombres, lo hace para mostrar esas mismas diferencias y conflictivos puntos de vista.
Se trata, fundamentalmente, de una película pacifista que busca ponerse del lado de quienes, en uno u otro bando, intentan encontrar una solución razonable al conflicto planteado por el hecho de que la planta eléctrica que puede resolver los problemas de los humanos que apenas sobreviven en la destrozada San Francisco está ubicada en pleno “campamento” simio. Una expedición va, otra viene, un encuentro chocante se sucede con otro, se llega a una negociación pero la tensión termina por explotar más temprano que tarde. Y no habrá forma de volver atrás.
simios5Es claro que la película refleja perfectamente la lógica de varios conflictos armados actuales, desde los de Irak (conflictos por fuentes de energía) hasta los hoy palestino/israelíes (vecinos que se odian y recelan por generaciones) pasando por casi todos los otros. Si algo falla en la exposición de este conflicto es en un detalle narrativo importante –que no contaremos aquí–, pero que desvirtúa un poco la interpretación de lo que pasa después. De todos modos, el filme es tan claro a la hora de mostrar las intenciones de cada personaje que aún una agresión aparentemente no provocada (la que termina por hacer explotar todo, con reminiscencias “romanas”) hasta puede entenderse en función de la lógica y la historia del agresor.
Pero la película no es un tracto político ni mucho menos. La otra apuesta fuerte de Reeves es la de crear un drama humano en el que los simios funcionen del mismo modo que la raza humana. Sus conflictos internos y sus relaciones (en especial, la de padre-hijo) son centrales a la trama en ambos “bandos”. El ecuánime Cesar (un asombroso Andy Serkis más toda la tecnología digital de captura de movimientos) debe lidiar con los impulsos más violentos de su hijo, a la vez que en el mundo humano el bando “explorador/pacifista” (Jason Clarke y Keri Russell son el matrimonio que encabeza la exploración a la planta eléctrica y las negociaciones con los simios) debe manejar sus propias emociones conflictivas con el sector más agresivo (Gary Oldman) del grupo.
simios3La brillantez técnica del filme está siempre en función de la emoción y de las necesidades narrativas. Uno puede pensar que la tecnología no se destaca por sí misma porque, de hecho, es tan omnipresente que se esconde a la perfección dentro de la narración. Cada escena con los simios (que hablan, andan a caballo, manejan armas y más) es un prodigio técnico que Reeves pretende que no celebremos por sí mismo. Si nos emociona, nos asombra y nos pone dentro del drama y la acción, habrá logrado su objetivo. Y lo hace, al punto que luego de un rato ya ni nos acordamos que estamos viendo una serie de criaturas animadas.
Y cuando llega la acción –que, más allá de la escena del principio, queda reservada para la última parte del filme y así y todo está muy bien dosificada–, lo hace de manera tal que cada secuencia cuenta, cada personaje es importante y cada conflicto busca una resolución. La guerra es inevitable –se sabe, habrá más secuelas–, pero los esfuerzos de los personajes por evitarla son tan nobles como desesperantes. No hay superhéroes aquí, hay una serie de criaturas, humanas y no tanto, tratando de hacer lo que creen mejor en medio de una situación que se les va por completo de las manos.
simios4En cierto punto, EL PLANETA DE LOS SIMIOS: CONFRONTACION es el mejor tipo de superproducción posible en estos tiempos. Una que nos devuelve a ciertos modelos concentrados de narración propios de los años ’70, tiempos en los que los incipientes efectos especiales se usaban casi para “colorear” dramas humanos y familiares. Si una película nos trae a la cabeza clásicos de Steven Spielberg como TIBURON, E.T., y hasta JURASSIC PARK es obvio que estamos ante un director que ha querido y sabido unirse a la mejor tradición de la superproducción hollywoodense, la que entiende que el dinero, los efectos especiales y la acción deben estar siempre al servicio de los personajes. Sean humanos, criaturas del espacio exterior o monos que hablan.