El planeta de los simios: Confrontación debería ser el modelo a seguir en Hollywood para trabajar remakes o relanzamientos de sagas clásicas en el cine.
En estos días donde abundan los refritos mediocres que no hacen otra cosa que arruinar el recuerdo de las historias originales, los productores de estos filmes lograron revivir con un enfoque diferente a uno de los grandes íconos de la ciencia ficción.
Rupert Wyatt, el director de la entrega anterior, en este caso fue reemplazado por Matt Reeves (Cloverfield), quien hizo un gran trabajo con la narración de esta película.
La nueva versión de El planeta de los simios presenta un mayor cuidado en los aspectos argumentales que no es habitual encontrar en la actualidad en el cine norteamericano.
Los personajes están muy bien desarrollados y la tensión y el drama de la historia tienen prioridad sobre los efectos especiales.
Si bien esta continuación cuenta con más escenas de acción, son los elementos dramáticos del guión lo que genera que esas secuencias luego resulten más intensas.
No deja de ser notable como los efectos especiales de la compañía Weta (que previamente colaboró en El señor de los anilllos y Avatar) avanzaron notablemente en estos últimos años. El trabajo que hicieron con las expresiones de los simios es fascinante a tal punto que durante el visionado del film llegás a olvidarte por completo que esos personajes son obra de efectos digitales.
Andy Serkis vuelve a brindar otra gran interpretación como el líder César, que se convirtió en un ser más complejo en esta historia. Sin embargo, la gran revelación de la película es el mono Koba, a cargo del actor Toby Kebbell.
Este simio que había aparecido en la película anterior acá se roba más de una escena y es una de las grandes figuras de esta producción.
Jason Clark es quien más logró destacarse con su labor dentro de los personajes humanos, ya que los roles de Keri Russell y Gary Oldman estuvieron más limitados en el conflicto. Me pareció muy interesante que la película evitara centrar el origen de la guerra entre monos y humanos en un villano estereotipado.
Koba, el mono fundamentalista, y el personaje de Oldman podrían ser vistos como los malos de la historia, pero en realidad son individuos que toman medidas extremas por defender una causa que ellos creen correcta. En el fondo ambos luchan por evitar la desaparición de su propia especie.
Un detalle interesante de este film que lo diferencia de otras propuestas hollywoodenses que vimos recientemente.
Si los productores siguen cuidando las historias, como lo hicieron hasta ahora, la nueva serie de El planeta de los simios tiene un enorme futuro por delante.