Salve, César.
Llega a los cines la novena entrega dentro del universo del Planeta de los Simios que, adaptando a la pantalla grande la obra de Pierre Boulle, vio su nacimiento con la producción que se estrenó en 1968 y que contaba con Charlton Heston en el papel protagónico. A esa primera película le siguieron cuatro secuelas que cerraron la primera saga de este universo con la obra de 1973, Batalla por el Planeta de los Simios. Veintiocho años tuvieron que pasar para que volviéramos a ver a estos peculiares primates y fue nada menos que de la mano de Tim Burton, quien hizo una remake muy libre del clásico de 1968 con Mark Wahlberg como protagonista. Y ya con efectos visuales dignos de esta épica historia, en 2011 la franquicia experimentó un reinicio muy particular ya que se propuso volver a contar esta historia con un inicio y otros elementos troncales que diferían de lo relatado por el quinteto original de largometrajes pero, a su vez, respetando la esencia del Planeta de los Simios, a tal punto que en un ejercicio de continuidad bien podrían acoplarse a ese gran todo que empezara a fines de los sesenta. El Planeta de los Simios: La Guerra es la tercera parte de esta nueva generación y viene para ¿cerrar? la trilogía moderna.
Quien está a cargo de esta trilogía es Matt Reeves (confirmado para dirigir la nueva película de Batman a estrenarse en los próximos años) aunque no fue él quien dirigiera la primera dentro de este trinomio ya que eso fue responsabilidad de Rupert Wyatt. No obstante, si hay algo que ponderarle a este nuevo gran proyecto es la unidad que logra con sus tres partes. Tal vez por lo distintas que son entre sí y seguramente por el gran trabajo de guión que hay en todas, queda la sensación, lamentablemente poco habitual en estos tiempos cuando hay varias secuelas de por medio, de que todo fue construido desde el inicio pensando en una sola historia a dividirse en tres. El fenómeno de la secuela que nace a partir del éxito de su predecesora acá no está. Y eso no es poco.
Cinco años pasaron desde que César, líder de la raza de simios super inteligentes que habita en la Tierra, no pudiera evitar un conflicto armado entre su especie y los pocos humanos que sobrevivieron a la llamada Peste de los Simios que prácticamente aniquilara a la totalidad de la población. Liderados por un Coronel despiadado y sediento de sangre primate, hombres y mujeres invaden los bosques que cobijan a César y los suyos para dar comienzo al enfrentamiento bélico que le da título a la película.
Con mejoras técnicas que incluso logran superar desde lo visual lo que viéramos en El Planeta de los Simios: Confrontación de 2014, esta tercera parte descansa narrativamente en el gran trabajo de sus antecesoras para presentarnos a un protagonista, si bien más maduro, también mucho más cargado de años de odio y resentimiento hacia el género humano, lo que lo vuelve un personaje tan complejo que su batalla interna logra superar dramáticamente a esa otra que se está produciendo afuera, con armas y trincheras de por medio. Todo lo visto en la primera entrega de esta nueva saga sobre el origen de César y las experiencias que lo llevaron a liderar a los simios sostienen la empatía que su figura genera en el espectador y, al mismo tiempo, justifican muchas de sus decisiones más recientes y controversiales sin perder esa identificación y hasta magnetismo que se supo ganar. En este sentido, la mención a los avances técnicos que propone la película no es casual dado que esto le da a los simios, César el primero, un abanico gestual prácticamente ilimitado para poder así cargar con el peso protagónico del relato prescindiendo del elemento humano que, en este caso, divide su aporte en un personaje secundario y el bloque antagónico liderado por el Coronel.
En términos actorales, resulta un acierto la elección de Woody Harrelson para darle vida a ese malvado Coronel que busca erradicar a los simios de una vez por todas. Ya desde su presencia consigue intimidar a propios y extraños y a esto se suma su escena clave en la película donde, sin perder ese atributo maligno que lo convierte en el enemigo del relato, expone racionalmente los argumentos que sustentan su causa. Una mención también se merece la joven Amiah Miller que interpreta a Nova, aliada del grupo más cercano de César durante la batalla. Y en la parte primate de la cuestión, repite Andy Serkis para darle su voz a César de forma magistral, se mantienen Judy Greer y Toby Kebell mientras que las palmas se las lleva Steve Zahn, cuya voz es para Bad Ape, una nueva adquisición que, por momentos sutilmente, por momentos no tanto, aporta el toque humorístico de la obra.
Para los más fanáticos no pasarán inadvertidas las numerosas referencias a las películas clásicas de la serie, incluido el ya mencionado nombre de Nova, la obvia recurrencia de César, Cornelius, Ojos Claros y demás formas de identificar y bautizar a algunos personajes casi como un homenaje a una saga que, en esta trilogía, encuentra mucho más que eso. Porque no solo está el homenaje, lo que acá sucede es un crecimiento en la calidad narrativa de una historia ya clásica, una profundización en la reflexión casi existencialista que este gran relato propone. Y el vínculo es tan grande que, con todos los saltos temporales de por medio, todo encaja perfectamente con aquel mítico viaje realizado por el capitán George Taylor que lo llevara, miles de años después, a los pies de la Estatua de la Libertad.