Todo listo para el inicio.
Luego del fracaso (seguro comercial, discutible desde lo apreciativo) del reinicio planteado por Tim Burton en 2001, una de las sagas más queridas de Hollywood volvió con toda la fuerza hace seis años en El planeta de los simios (R)Evolución, comenzando a narrar los hechos previos a la historia que todos conocemos de la llegada del astronauta George Taylor a un planeta regido por primates evolucionados a una condición casi humana.
Confrontación mediante, El planeta de los simios: La guerra pone fin a estas precuelas, dejando el asunto preparado para que comience el film original de 1968 – obviamente a Burton y a su obra los ignoraron como si nunca hubiesen existido–. Acá lo primero que hay resaltar es que lo hace sin fisuras (con el cambio lógico de simios antropomorfos a simios humanizados planteado desde el principio).
(R)Evolución y Confrontación contaron tanto con el aval de crítica como de público, aún con el cambio de director de Rupert Wyatt a Matt Reeves; y esta tercera entrega, nuevamente bajo el mando de Reeves, no desentona. Por el contrario, vuelve a subir la vara.
La batalla por el territorio:
Los bandos de un lado y del otro se han fortalecido desde la última vez que dejamos esta historia. Luego del enfrentamiento entre César (Andy “Rey del Motion Capture” Serkis) y Koba, el saldo fue más destrucción y separación entre simios y humanos, con posturas radicalizadas.
Se formó un grupo (para)militar comandado por El Coronel (Woody Harrelson), que ha sometido a algunos monos a una suerte de esclavitud, y junto a otros soldados los utiliza para cazar al otro bando, los simios.
Por su lado, César ve crecer su instinto violento cada vez más y más, y le cuesta reprimir el odio por el rechazo que los humanos le han expresado a él y a los de su clase. Como líder del grupo siente que las cosas se le están yendo de las manos.
En cuanto al conflicto, estas tres películas plantearon una estructura similar de mostrar dos bandos con personajes líderes antagónicos, con posturas radicalizadas tanto de un lado como del otro, enfatizar en la torpeza humana para resolver el asunto, y siempre dejar un rincón para la esperanza con algún humano de características positivas diferente al resto; El planeta de los simios: La Guerra, no es la excepción.
El contrapunto entre César y El Coronel se cuece lento, en crescendo permanente, culmina en algo épico, digno de lo que estuvimos esperando todo este tiempo; son opuestos con aristas similares, aunque lógicamente uno más compasivo que el otro; la historia claramente toma un bando como postura.
César y los suyos, esta vez contarán con el encuentro de Nova (Amiah Miller), una niña que necesitará refugio, y un personaje que, para los que siguen la saga, será fundamental luego.
En esta oportunidad también quienes crecerán serán los personajes secundarios, simios que formarán parte importante de los hechos posteriores. Todos con características diferentes, bien delineados, y preanunciando el futuro.
Simios por la liberación:
A diferencia de lo que podría considerar su título, El planeta de los simios: La Guerra desarrolla más los conflictos de los personajes que dedicarse a la acción constante. Es un film bélico, a su manera, más en la línea de Apocalipsis Now, en el que se creará el drama alrededor de lo que el conflicto entre humanos y simios está arrastrando y las consecuencias que puede llegar a tener.
Los apuntes que Pierre Boulle desarrolló en la novela original se mantienen, y se le agrega un mensaje pacifista algo desolador, aunque indudablemente realista.
Por este tipo de características, El planeta de los simios es una de las sagas más queridas y mejor valoradas. No descuida ningún frente, jamás decae en su ritmo, logra en medio del entretenimiento constante hacer un análisis paralelo de temas actuales, y crea un entramado que -con esta tercera precuela- cierra a la perfección.
Si a estos atributos le sumamos un apartado técnico irreprochable, con una fotografía cargada de tonos grises que aprovecha a pleno los escenarios nevados en contraposición al verde ocre y oscuro de la milicia humana y al rojo bermellón de la sangre; una formidable banda sonora que acompaña permanentemente; e interpretaciones a nivel (con un Woody Harrelson para el aplauso al máximo de su violencia, e irreconocible en la contención de sus gestos), tenemos una propuesta redonda por dónde se la mire.
Conclusión:
El planeta de los simios: La guerra ofrece el mejor cierre para una trilogía que no tuvo eslabones débiles. Desde el guion, desarrollo técnico y actuaciones, todo está a un nivel muy superior a lo que se suele entregar en un tanque pensado para la taquilla. El cuidado con el que se trata todos los detalles desde una visión global, no hace más que querer sumergirnos en los films originales una vez que abandonamos esta historia previa.