Esta última trilogía de El Planeta de los Simios es para destacar. Porque podrían haber ido por un camino bastante más tonto (léase estilo Transformers) pero eligieron apostar a la seriedad, a lo complejo y valores artísticos y realización.
En esta tercera ¿Y final? entrega el director Matt Reeves eleva aún más la vara que había dejado de la película anterior para meternos de forma total en la cabeza de Cesar.
Y aquí hay que hacer la primera salvedad. No nos olvidemos que estamos hablando de un personaje creado digitalmente en conjunción con la gran habilidad de la persona que le pone el cuerpo, gestos y voz: Andy Serkis.
Es verdaderamente increíble lo que el actor ha hecho con el personaje. La conjunción perfecta de arte y tecnología. Tendría que ser nominado al Oscar aunque la polémica fuese enorme.
Aquí se termina bien de definir el personaje en total concordancia con las entregas anteriores y es imposible no quererlo.
Definitivamente los malos son los humanos, o buena parte de ellos, y el público los odiará.
Su exponte para este estreno es un genial Woody Harrelson. Papel de villano que ya ha probado en el pasado y que le queda genial, gran antagonista.
El arco argumental es sólido pero también el único punto débil de esta producción por su tonalidad. Es decir, se vende un gran conflicto, una guerra (está en el título) y tenemos muy poco de eso. La película es más bien un drama existencial, cosa que está muy bien pero que puede resultar aburrida de a ratos para buena parte del público.
En cuanto a lo técnico, el director genera grandes climas a través de planos geniales que conforman una fotografía soberbia y muy prolija.
No así la banda sonora, no está a la altura del resto del film.
El Planeta de los Simios: La guerra es una gran película, una muy digna conclusión a una trilogía que supo adaptar un viejo clásico para las nuevas generaciones con muy vuelo artístico.