La guerra": Tal vez, la mejor de la saga
La tercera película es todo un espectáculo de acción, combates y avances de tecnología, en un tono más grave.
Como si se estuviera rodando con un ojo avizorando, observando lo que sucede a nuestro alrededor, El planeta de los simios: La guerra abreva en injusticias, actos solidarios y la lucha contra la inmigración, o los “diferentes”, sea por pensamiento o raza.
Tras sofocar como pudo una rebelión interna en Confrontación (2014, la segunda de la saga), ahora Caesar debe enfrentarse a un coronel al mando de una organización militar que desea aniquilar a los simios.
El coronel (un Woody Harrelson extrañamente más contenido que de costumbre, a tono con la gravedad que Matt Reeves –se hará cargo de The Batman- le confiere al relato) explota a los simios que tiene en prisión como si fuera un campo de exterminio, y que construyen un muro para evitar la llegada (o el ataque) de otros simios o humanos que no están de acuerdo con su criterio y pensamiento.
¿Les suena?
“Déjennos el bosque y la matanza terminará”. Cada uno puede hacer las lecturas de la realidad histórica que quiera, desde la Segunda Guerra Mundial hasta la Palestina actual, pero La guerra es, precisamente una muy buena película de guerra.
Una en la que hasta las transiciones de las escenas de combate son perfectas. Habrá algo de venganza en las motivaciones de Caesar que no vamos a adelantar, pero que lo llevan a plantearse si no estaría reiterando viejos o no tan lejanos ejemplos de su propia especie. “Suenas como Koba”, le dicen, en relación a Confrontación.
A Caesar lo queremos ¿porque compartimos lo que piensa, sus angustias, su dolor? ¿Porque lo vimos crecer desde chiquito?
Si bien todo se centra en esta disputa entre el Coronel y Caesar, hay varios personajes (una niña muda, los simios que acompañan al líder en su viaje para la liberación) que tienen entidad propia. Así como el filme también trata sobre la búsqueda de la identidad.
Pero a no asustarse que el que quiera ver una de guerra, la encuentra, y quien desee profundizar en la trama, también.
Esta tercera parte de la saga, un reboot de la que comenzó en 1968 y terminó a mediados de los años ’70, llega a una conclusión, pero hay suficiente material como para enlazarla con El planeta de los simios original, la de Franklin J. Shaffner, con Charlton Heston como el astronauta que tras un accidente aterrizaba en ese planeta gobernado por primates. Esta trilogía que nació con (R)Evolución (2011) es una precuela del filme de 1968.
Olvídense, por favor, del fiasco que fue El planeta... que dirigió Tim Buron (tal vez el único paso en falso en su carrera). Y recuerden a Andy Serkis, que con esto de la motion capture (lo filman y luego lo que vemos en pantalla es la reconstrucción ya digital de sus movimientos interpretativos) se está convirtiendo en el actor que mejor se adaptó e internalizó cómo trabajar con estos adelantos tecnológicos.
Porque si vemos a los simios y ya nos parecen personas, no es sólo un logro de la producción técnica. Esta película es, o parece, mucho más real que lo que muchos imaginan.