Pasan cosas cómicas en el cine, misceláneas divertidas, absurdas que con cercanía producen ira en el cinéfilo más ortodoxo, pero mirándolas con distancia, se vuelven anécdotas que contribuyen al corolario, a la ceremonia, al rito del ir al cine. Me pasó algo raro cuando fui a ver El planeta de los simios: la guerra, algo que desató mi mal humor hacia la platea: las carcajadas. La historia de los simios parlanchines, genera una cierta alegría burlona para los que descreen del género de ciencia ficción y de los que van al cine a reírse de los códigos del cine fantástico aún sabiendo de qué va la historia. La Sci-Fi tiene como premisa extender las fronteras de lo imaginable, la posibilidad de ver algo interesante sobre lo que probablemente nunca hubiera pensado. El planeta de los simios es un libro del escritor Pierre Boulé, que inspiró a fines de los 60 una legendaria y gran película con el título homónimo. Tal fue el suceso de la película que ésta a su vez inspiró una serie, un comic, y muchos años después estimuló –el resultado fue fatal- a Tim Burton a filmar una remake.
El cuentito de los simios conquistadores y civilizados, atrae, aún hoy, – en EE.UU El planeta de los simios: la guerra está batiendo record de taquilla- al público. Los simios han generado empatía desde esa historia legendaria de Cornelius y Zira – la pareja primate- , dirigida por Jhon Dexter, en donde el personaje de Charlton Heston – el coronel George Taylor- despierta en el año 3978 y se encuentra en un futuro distópico colonizado por los simios, en donde los humanos son esclavos. Puede que cause gracia, que algunos críticos detallistas usen el gancho de la historia para desmerecer la lógica narrativa, pero lo cierto que el díptico de la empresa FOX, que comenzó con (R)evolución en el año 2011 – dirigida por Rupert Waytt- y con Confrontación en 2014 – a cargo de Matt Reeves –son películas absolutamente recomendable y arengadas por mi. Con El planeta de los Simios, La guerra el tríptico de la película cierra de un modo casi bíblico, César se convierte en un mártir bien al estilo Jesus de Nazareth. Pero antes vayamos al principio de la historia.
El planeta de los simios: Confrontación es la secuela de la gran El planeta de los simios: (R) evolución, en Revolución el relato se centra en mostrar los experimentos en simios de Will Rodman – interpretado por James Franco- y su relación con uno de ellos: César. César es adoptado por Rodman, quien lo educa y le enseña el lenguaje de señas. La relación es tan empática que es imposible no sentir una atracción por esta filiación símil padre-hijo. Paralelamente, el retrovirus que creó Rodman – fórmula que funciona sólo en simios- comienza a ser nocivo en seres humanos, la revolución de los simios, liderado por César – que se revela a su propio amo- se desata. La película termina con el exilio de los monos al Parque Nacional Muir Woods en San Francisco. La última escena de la película es memorable: Rodman le pide tras sollozos a César – genial interpretación de Andy Serquis- que vuelva, que no se vaya, que no lo deje, César lo mira, con esa expresión única mezcla de ternura y resignación – César nunca va a ser un humano- y le dice “Cesar está en casa” y se va.
En (R)evolución, el personaje de César se apodera de la película, incluso sacándole protagonismo al gran James Franco. César se convierte en líder, en un adalid justo y racional. La espera para los fanas de esta primera entrega del planeta de los simios fue dura, la fantasía en un reencuentro entre César y Rodman/Franco se desvaneció al presentir que la historia ahora se centraría en la comunidad de simios, diez años después de la triste despedida.“Pasaron diez veranos” dice uno de los monos del clan. La comunidad simia, vive tranquila, lejos de los humanos. La primera secuencia de El planeta de los simios: Confrontación dispone un primerísimo primer plano de César, pintado como un maurí a punto de presentarse en una batalla: el planeta de los simios es un mundo paralelo, un universo autónomo y regulado por la coherencia interna de los simios que se protegen del mundo de los humanos, esta amenaza exterior asume los contornos de un monstruo: para los humanos el montruo es el simio, para el simio el humano, bajo esta idea de resentimiento y odio se dispone la película, y allí está César, el alma evangelizadora, el mono bueno. El gran César con sus reflexiones, aunque un tanto moralinas – su parlamento es una de rectitud casi irrisoria- hacen que la película se centre en él, en sus diálogos con los otros monos, – su contratara es Koba el simio malo- y en el legador trasmitido a su hijo. El planeta de los simios: confrontación ES la película de César.
César es el simio marrano, es el que de alguna manera ama a su especie, pero fantasea con la civilización como orden de vida. Las escenas de lucha son de una vorágine épica avasallante, sumado al sonido diegético que crea un clima de contienda y de tensión extrema. Simios vs. humanos, humanos vs., humanos, simios vs. simios, el enemigo cambia a cada minuto del metraje, haciéndo que el relato resulte entretenido y apasionante. Sí sí, ver a los simios con armas de fuegos, galopando erguidos y hablando con una claridad espeluznante, puede que cause gracia, pero es el mejor prólogo para El planeta de los Simios: La guerra.
En esta película, también dirigida por Mat Reeves (Cloverfield Monstruo, Déjame Entrar), César sufre, se resignifica y quiere vengarse de los humanos (liderados por “El coronel”, genial Woody Harrelson), porque el simio líder, el redentor, sufre una pérdida inconmensurable y se muestra toda la película con sed de venganza, pero también se lo ve abatido. El simio medido, conciliador, sufre una crisis con la que debe lidiar gran parte del metraje. En su camino, lo escoltaran cuatro compatriotas y una niña. La película funciona, porque César le da fuerza la historia, quizás por momentos, en las escenas más reflexivas, la película (un tanto bíblica) se vuelve un poco soporífera, pero los primeros planos del protagonista, esos ojos tristes, levantan cualquier instante de aburrimiento. Con un final fervoroso, El planeta de los simios: La Guerra es un cierre digno de una saga que atrae.