Esta cuestión de ausencia total de ideas nuevas en la gran maquinaria, léase industria cinematográfica hollywoodense, hizo que los “genios” encargados de los números, esto es lo estrictamente económico, pergeñen un nuevo “genero”, si es que se le puede llamara así, o concepción de relato, la ya a esta altura de los acontecimientos la muy conocida pre-cuela.
Frente a esto, antes de entrar ya estamos (estoy) bastante mal predispuesto. ¿A ver que cosa nueva me van a decir que no me dijeron antes, en la original y todas sus secuelas?
Pero así como la vida te da sorpresas, el cine a veces también. En este caso esta predicción se cumple desde la estructura del relato. La idea de la historia y sus mensajes no es del todo novedosa, tal el sistema de la meca del cine, desde sus guionista amaestrados, sus directores “técnicos”, sus productores precavidos, y el testeo infaltable con público del filme terminado, en las llamadas buenas producciones nada queda por deshilvanar. Todo esta dicho, hasta en forma redundante.
Estoy hablando de aquello que intenta justificar el filme, el origen del planeta dominado por los primates, ¿Nosotros, los humanos, también somos primates? No me responda por favor, la verdad no ofende pero duele.
Volvamos a empezar. Digo, o quiero decir, un mundo dominado por los simios. Las razones de este cambio en la dominación del planeta están propuestas y explicadas con un par de planos en la original, realizada allá por el año 1968.
Pero para el Cesar lo que es del Cesar. El personaje principal termina siendo el mono y filme en cuestión se sostiene por merito propio, deja de tener importancia el hecho de haber nacido como una pre-cuela, esto es el origen del planeta de los simios, plantea otro principio. Esto se debe a que el comienzo nos instala en un devenir de acontecimientos medico-científicos que justificarían los experimentos que se realizan en la corporación con los monos, en busca de alguna cura para enfermedades comunes en los seres humanos. En las primeras escenas vemos al director del proyecto Will Rodman (James Franco) inyectándoles un medicamento en investigación, aunque eso, no le quepa dudas que trata muy bien a sus conejillos de indias, los simios, él, interés personal de por medio, busca la cura para el Mal de Alzheimer, que esta haciendo estragos en la humanidad de su padre Charles (John Lithgow).
No todo sale como se espera. El proyecto se cae, como testimonio de todo esto, nace un chimpancé en cautiverio, Will se hará cargo del pequeño, se lo llevará a su casa, lo adoptará como mascota y le pondrá un nombre “Cesar”., quien rápidamente dará cuenta que no es un mono común y corriente. ¿Tendrá algo que ver la droga que le inyectaron a su madre durante el embarazo en cautiverio en el laboratorio?
Todo el filme narra el progreso de nuestro compañero de evolución, el titulo del filme en Argentina, le agrega como un juego esta palabra “El Planeta de los Simios (R) Evolución”, ¿Lo harán como gancho publicitario? o ¿Nos consideran medio tontos?
Lo que sea.
El punto es que en el recorrido de la historia, los responsables se dan el lujo de constituir subtramas que no tienen demasiada importancia, como la historia de amor entre Will y la veterinaria protagonizada por la hindú Freida Pinto, que en realidad no aporta demasiado a las tramas principales. Es importante aclarar que la evolución de la inteligencia de Cesar, va en dirección de desarrollar una inteligencia humana, no que sea un mono más inteligente, sino casi un ser humano, mire.
Lo destacable estaría dado por la tecnología utilizada en la impronta de los simios, es loable y minimalista la actuación de Andy Serkis (Cesar), quien le otorga mucho carisma y sentimiento a su personaje con una economía de recursos envidiable, a la misma altura y de la misma forma, con agregado de un naturalismo a ultranza, se encuentra el gran John Lithgow, en tanto James Franco aparece un tanto desperdiciado, a demostrado ser un buen actor en otra producciones, pero aquí se encuentra atado a un héroe sin demasiados matices. Los otros personajes están tan esquematizados en sus construcción, tan estereotipados, es tal el clishe al que son sometidos que los actores poco pueden hacer con el rol que les toco.
El resultado es un film muy bien contado, una sorpresa desde la idea, un entretenimiento que si bien intenta instalar algo del orden de la moral o la ética científica, no profundiza demasiado en este hecho ni se presenta pretencioso al respecto.
Queda instalada la necesidad de una continuación, ya que la historia finaliza y, al mismo tiempo queda inconclusa, con determinados elementos que así lo demuestran, y no es que yo lo crea así o sea una lectura, lo explicitan, la próxima no será en San Francisco, sino en Nueva York. Aguante King Kong.