Reset y nuevo comienzo para una historia fascinante
A fines de los sesenta, los estudios (más precisamente los amigos de Fox) adaptaron a la pantalla grande una novela de 1963 escrita por el francés Pierre Boulle. Inesperadamente, la película (en aquel lejano 1968) fue un tremendo éxito. Charlton Heston protagonizaba aquella reconversión e iniciaba una saga que duraría hasta el 73 con films que tuvieron relativo suceso y que generaron una importante legión de fans. A ver, si no conocen la historia, en la primera, un astronauta llamado Taylor aterrizaba en un planeta extraño (después de un largo viaje en el que hibernó gran parte del tiempo) gobernado por monos donde los humanos no hablaban y estaban esclavizados bajo su dominio. El hombre en cuestión logra escapar hacia una zona prohibida (luego de muchísima vueltas) y ahí descubrirá (en una legendaria secuencia) que volvió a la Tierra, en el futuro. O sea, muchos años pasaron y de alguna manera los primates invirtieron la relación asimétrica que tenían al salir Taylor al espacio exterior. Dirigen al mundo.
Coincidamos que el argumento era atrapante. Recuerdo aquellas matinés donde este servidor pasaba horas viendo cada película una y otra vez. Me impresionaba el trabajo de maquillaje y caracterización de los simios y su poderoso mensaje subliminal, una feroz crítica social llamativa para provenir de la ciencia ficción. Era un gran producto, por lo que Tim Burton filmó una remake de la original (aunque con sus licencias) en 2001. Tuvo un éxito moderado. Los años pasaron y la saga descansó en los escritorios de los altos ejecutivos, hasta que llegó la hora de reactivarla y convocaron al tándem Rick Jaffa y Amanda Silver, (quienes tuvieron su cuarto de hora con el guión de "Relic") a afinar un nuevo comienzo. A ellos no se les ocurrió otra idea que darle un reset. Claro, no de cualquier manera. Algo sensato, apoyado en los paradigmas que operan en este nuevo milenio y que responden al respeto que se tiene por la ecología, el mundo animal y la no violencia. Así fue como nació "The rise of the Planet of the Apes" llamada en nuestro país "El planeta de los simios: (R)evolución". Título ingenioso y bien usado (tantas veces se titula mal aquí) que marca la imprenta biológica que tiene este lanzamiento de Twenty Century Fox.
Tenemos a un científico joven y talentoso, Will (James Franco, de "127 hours"), quien está investigando como derrotar al Alzheimer. De más está decirlo, experimentan con monos. Por poco que sepamos del tema, somos concientes de que hay crueldad en el trato que se les da. Los exponen a químicos y estímulos físicos a veces desmedidos para tratar de lograr éxitos en la línea farmacéutica. En este caso la idea es realizar un cultivo de células útiles y fuertes que puedan reproducirse y se utilizan chimpancés para ello. Si esto funciona, quizás los humanos tengan alguna chance de revertir los casos terminales del mal.
Dispuesto a todo, Will cree haber llegado a una respuesta positiva en un especímen. Pero al mostrar su trabajo, el simio muere y el experimento fracasa. Se cierra la fase y el investigador se encuentra con un bebé dulce (mono) que lleva los genes de su padre, muerto en el incidente ya narrado. Lo llevará a su casa y lo criará como un hábil entrenado. Bautizado César, desde muy pequeño se destacará por su enorme capacidad para aprender del mundo que lo rodea. No es un simio cualquiera, lo sabemos, tiene el don de poder resignificar lo que sucede a su alrededor y operar con una respuesta adecuada en muchos casos. Will y su padre, Charles (John Lithgow), hombre que sufre Alzheimer - también-, lo integrarán a su familia. Pero eso no es todo, el hecho de atender su salud también cambiará la vida romántica de Will, ya que lo llevará a vincularse con Caroline (Freida Pinto), quien se transformará en su novia y lo apoyará en la crianza del simio.
César, como dijimos, es un mono que se humaniza minuto a minuto. Vive en una casa acondicionada para él junto a gente que lo quiere, hasta que un incidente lo expone a la dureza del mundo exterior. Ataca a un humano y Will se ve obligado a entregarlo a un lugar donde convivirá con simios salvajes y de la especie más corriente que se recuerde. César sufrirá mucho el despegue de sus afectos pero con el correr del tiempo, entenderá que debe adaptarse a su especie y conducirla hacia otro tipo de vida... Más justa y cercana a la naturaleza de sus pares.
Rupert Wyatt (el director) está interesado en mostrar el mundo desde los ojos de César. Para ellos cuenta en esta oportunidad con el magnífico trabajo de Andy Sarkis (aquel actor que hacía de Gollum en la trilogía "The Lord of the Ring") quien se animó a ponerle piel al líder de la rebelión de los simios. Su composición es fascinante. Hay que pensar que durante gran parte de la película el lenguaje predominante para el espectador es corporal y el protagonista debe resolver con todos los recursos a su disposición la tarea. En ningún momento la acción se muestra confusa, siempre las miradas y los gestos grafican la secuencia con precisión, cosa que se agradece desde la butaca. Por supuesto, esto también sucede por la labor de los equipos de Weta Digital quienes generaron el universo donde los monos cobran vida. Haciendo gala de una gran pericia para la técnica de motion capture, estuvieron a la altura de los pedidos del director: así se quería y así salió. Aunque sabemos que cuando los modelos CGI no conforman, en este caso en particular, por suerte para todos aparece Sarkis con su repertorio interpretativo y todo vuelve a los carriles narrativos sin problemas.
Pensaba mientras salía de la sala, que este tipo de historias, esta re-adaptación del Planeta de los Simios, está instalada en un contexto donde se ve al planeta y al mundo animal con otros ojos. Sentimos nuestra la lucha de esa especie por ser liberada de la opresión de un mundo que los aleja de su hábitat natural, cosa que está muy en boga y que sirvió para delinear un guión políticamente correcto: aquí todos reciben lo que merecen. Y la contienda que se instala, no es una lucha por destruir al otro, entendiéndolo como rival, sino un avance de los derechos que todos tenemos por ser criaturas que habitamos este mundo. No nos enojamos con estos simios, los hacemos propios y nos compenetramos en su lucha, empatía que lleva al film a lograr puntos altos de conexión con la audiencia. En ese sentido, todos los ingredientes que contiene este producto parecen gozar de una cohesión singular que garantiza buena llegada y alto impacto a la hora de sostener la trama, "The rise of the planet of Apes" es sin dudas, una gran película.
Puede ser que los puristas y estudiosos de la saga destaquen alguna diferencia que no concuerda exactamente con la saga de los 70. Está bien. Se acepta. Sin embargo hay hechos y guiños que podrían entenderse como disparadores y conectores de todas las ideas y relatos que la historia principal presentaba. Es más, alguno de ellos (con seguridad) será iniciador de historias que continuarán la dirección que esta versión presentó, sin dudas.
En lo personal, disfruté como hace mucho tiempo que no lo hacía. Hay en "The rise..." una intensa mezcla entre el blockbuster clásico bien contado y el cine ambientalista moderno ensamblados como pocas veces en este último tiempo. No es cine arte, pero, sin dudas, pero en su tipo, es de lo mejor del año.