Kenny Wells es un hombre de negocios desesperado por tener un golpe de suerte. Ya casi en la banca rota, decide asociarse con un geólogo para explotar una zona virgen de Indonesia en la búsqueda de oro. De golpe la fortuna de Wells da un giro y se convierte en un millonario ambicioso que no duda en traicionar o asociarse con quien sea con tal de aumentar su riqueza. Pero todo tiene su precio.
Hoy nos toca hablar del caso real de Kenny Wells, en El Poder de la Ambición (Gold en su nombre original), film que retrata uno de los casos más sonados en el mundo de la búsqueda del oro, y que trata de retratarnos de forma “creíble” lo sucedido en la realidad.
Ni bien empieza El Poder de la Ambición, podemos notar un paralelismo con El Lobo de Wall Street. En ambas tenemos un protagonista ambicioso, que apuesta sus últimas cartas a un negocio que si sale mal lo perderá todo. Así como también vemos su ascenso y posterior caída debido a que una vez en la cúspide de la ola, estas personas no supieron cómo manejarse, ni cuándo decir basta y retirarse como ganadores, o creyéndose por sobre la ley.
Pero así como se parecen en temática, El Poder de la Ambición dista bastante ya que le falta el grado de comicidad que manejaba el film de Martin Scorsese; y por sobretodo, falta el propio Scorsese detrás de cámara. Con esto no decimos que el trabajo del director Stephen Gaghan sea malo, pero si miramos su escaso curriculum como director, nos damos cuenta que sus mejores trabajos son como guionista y no como realizador.
Si esta película logra destacar un poco por sobre la media, es por la actuación de Matthew McConaughey, quien pese a estar bien secundado por Edgar Ramírez y Bryce Dallas Howard; es quien carga con todo el peso de la película, saliendo prácticamente en cada escena y volviendo a cambiar su físico (esta vez engordando y usando la prótesis de un ridículo diente). Está claro que el actor del apellido complicado de escribir ya a esta altura puede interpretar casi cualquier rol sostener con su presencia un film; pero con eso solo no basta para sacar adelante un buena producción.
El Poder de la Ambición está lejos de ser una mala película, pero teniendo en cuenta que relata un hecho real, y más aún viendo que es sobre el mundo de la minería y la obtención de oro, como producto final termina teniendo gusto a poco. El guión cumple y ya, pero la falta de desfachatez, humor ácido o una verdadera crítica social a ese ambiente, hace que nos quede una cinta correcta; cuando había potencial para hacer algo bastante mejor y que pueda competir en los cines contra los tanques hollywoodenses.