Kenny Wells (Matthew McConaughey) quiere hacer dinero. Pero los años pasan, los kilos llegan, y los negocios no le sonríen. Así que un buen día decide hacer realidad un sueño y se toma un avión a Borneo, donde un viejo amigo le habló alguna vez de los yacimientos de oro. Entre el delirio, la fiebre de la selva y la más terrenal de las ambiciones, negociaciones y tramoyas para ganar plata, la película tiene por momentos un aire a La Gran Estafa Americana, de David.O.Russell, aunque nunca termina de decidirse, o de ahondar, en el "género estafadores". Esa especie de tono pendular -el film arranca con un largo y bastante aburrido preámbulo de Kenny como hombre de negocios medio pelo- termina por cargar innecesariamente a su narrativa, que se vuelve, aún frente al espectáculo de ese actor tan magnético, tan interesante que es McConaughey, tediosa y pesada.