En El poder de la moda, Tilly Dunnage (Kate Winslet) es una hermosa modista en la Australia de los años cincuenta que, tras muchos años de trabajo en exclusivas casas de moda de París, regresa a su hogar para corregir los errores del pasado. Armada únicamente con su máquina de coser y su excepcional estilo, conseguirá transformar a las mujeres de su pueblo natal además de lograr una dulce y ansiada venganza. Jocelyn Moorhouse regresa a la dirección tras casi 20 años alejada de las cámaras para firmar este melodrama con aires de western, una excéntrica película que va del humor negro más brutal al romanticismo edulcorado sin ningún tipo de coherencia ni formalismo. Una verdadera locura fílmica, con imágenes pictóricas y momentos totalmente lisérgicos, más cercanos al cine de autor que al género. Salvado por sus intérpretes, que hacen lo que pueden con un guión imposible, este intento de filme surrealista resulta tan disparatado como confuso.