Atractivo film, pese a la mezcla de géneros
Muchas películas salen un poco desparejas, un problema bastante común y entendible, dado que nadie es perfecto y no todos los films pueden ser "El Ciudadano". Pero el principal problema de "El poder de la moda" es que es una película despareja a propósito. Es que la directora, Jocelyn Moorehouse, no puede con su genio y cambia permanentemente de tono y de género una historia que en cualquier estilo podría resultar más o menos potable pero no particularmente imprevisible. El resultado es una ensalada de géneros que empieza divertida y hasta original, pero que ya promediando las casi dos horas de duración empieza a cansar con sus metamorfosis del policial a la comedia, el romance y el melodrama, sólo para mencionar algunos de sus múltiples giros.
La película empieza muy bien con el regreso de Kate Winslet al desolado pueblito en medio de la nada en el que su elegantísimo vestido digno de Audrey Hepburn contrasta notablemente con el entorno gris y desaparrado. Su madre, la loca Molly (Judy Davis), casi ni la recuerda, ni mucho menos entiende la pregunta que se hace su hija: "Vine para recordar si acaso soy una asesina"
La protagonista es modista, y el título local viene a cuento de que la magia y la transformación que provocan los vestidos que diseña en algunas almas abandonadas del lugar, facilita su objetivo de recordar el suceso traumático que vivió de niña y que provocó que abandone el pueblo de mala manera.
Las actuaciones de Kate Winslet y Judy Davis se las arreglan para salir más o menos indemnes de los cambios de tono del film, y tanto Liam Hemsworth como el galán local y Hugo Weaver como un policía peculiarmente atraído por la moda tienen sus momentos. La ambientación años 50 ofrece buenas imágenes, igual que el vestuario que lógicamente se luce con todo tipo de diseños retro. Además, la fotografía tiene detalles muy interesantes, entre grotescos y caricaturescos, por lo que más allá de sus problemas, finalmente la película siempre tiene algo atractivo que ofrecer. Empezando por la excelente música de David Hirschfelder, aunque en medio de la ensalada de géneros, propone climas de western.