Una sofisticada modista vuelve al pueblo de mala muerte del que se fue expulsada, en la infancia, después de una pelea en la que murió un chico. Vuelve con ganas de vengarse de todos los que la maltrataron y se encuentra con una madre al borde de la locura y otros personajes, malos, buenos y raros. La australiana Jocelyn Moorhouse, directora y guionista, arma con esta base una película tan desconcertante que nos pone en la pista de una comedia negra para virar al drama y el golpe bajo, y luego al grotesco y al melodrama. Una sucesión de cambios de tono tan drástica como contraproducente, para un relato que se resiente, al punto que perdemos interés por lo que les pasa a estos personajes, aún cuando sus actores -Kate Winslet, Hugo Weaving, Judy Davis-, le ponen la mayor de las ondas.