El intoxicante sabor de la venganza.
Después de casi veinte años desde su última película, En lo Profundo del Corazón (A Thousand Acres, 1997), la directora Jocelyn Moorhouse regresa con una adaptación tragicómica de la primera novela de la escritora australiana Rosalie Ham. Tanto el best seller como el film transcurren en la década del cincuenta del siglo pasado en un diminuto asentamiento en medio del desierto australiano denominado Dungatar, un infierno -al que afortunadamente llega el ferrocarril- en el cual unos pocos pobladores interpretan el papel de víctimas y victimarios en una especie de Dogville (2003) pero menos perverso.
Allí, la modista Myrtle Dunnage (Kate Winslet) regresa tras muchos años de ausencia obligada debido a una acusación de asesinato que la puso en un internado cuando niña. Al volver a su casa encuentra a su madre confinada en su cama y deprimida, de mal humor, rodeada de basura y con la compañía de una zarigüeya. Su regreso le trae recuerdos a la memoria pero también aflicción por no lograr rememorar ni discernir si ella mató a su compañero de clase, el hijo del concejal, el hombre más rico e influyente del pueblo ficticio, a pesar de que varios de los pobladores están convencidos de que ella lo hizo.
Al establecerse y comenzar con su negocio de alta costura, Myrtle encandila a todas las mujeres del pueblo, que cambian de un día para el otro su apariencia con vivos colores y atractivos vestidos que lucen a toda hora y en todo lugar. La conservadora competencia traída por el concejal amplía la fama de la extraordinaria hija pródiga, pero la envidia de aquellos que aún no olvidan los confusos sucesos del pasado convertirá la estadía de la protagonista en un calvario.
A pesar del pronunciado tono de venganza que se expande durante toda la película, la calidez de la propuesta -sumada a los gags cómicos y las escenas románticas- convierte a El Poder de la Moda (The Dressmaker, 2015) en una interesante mezcla de géneros con increíbles actuaciones, entre las que se destacan una adorable Judy Davis como la excéntrica madre de Myrtle, el extravagante oficial de policía amante de las finas telas interpretado por Hugo Weaving y el personaje protagónico ambivalente de Kate Winslet, que oscila entre el amor, el odio y la venganza en un péndulo incierto.
El opus melodramático de Moorhouse construye una gran historia sobre la imposibilidad de la consumación de una síntesis entre el amor y el odio en medio de una vorágine consumista, que a través de la ropa y la apariencia define la identidad y transforma la realidad de los descuidados habitantes del ignoto pueblo en un inestable e inesperado cuento de hadas que inevitablemente se consume en las llamas del odio.