El poder de la moda es una película un tanto rara porque nunca termina de definir su género y me da la sensación de que no fue algo buscado adrede por los realizadores sino más bien una consecuencia de montaje.
La premisa es interesante: un pueblo pequeño de mediados de siglo en una parte rural de Australia en donde el chisme y las costumbres lo son todo y de repente ocurre una gran sacudida con el regreso de una lugareña que trae consigo las últimas modas europeas y una gran habilidad para confeccionarlas.
Hay varios enredos que se suscitan a partir de este retorno que pretenden ser cómicos pero no lo logran y la mezcla con un gran drama familiar y misterio de muerte de un chico solo causan confusión.
La película parece tener varios principios porque hay más de un arranque y lo mismo sucede con el final porque parece que tiene más de uno y se hace extremadamente larga.
Otro gran problema es que no logra que el espectador empatice con los personajes más allá de la bronca que puedan dar algunas situaciones retrógradas.
A Jocelyn Moorhouse, que su último trabajo como directora fue en 1997 con el aburrido drama A thousand Acres, se le nota el óxido de casi veinte años en este estreno que no posee ritmo y no logra causar interés a pesar de la muy buena interpretación de Kate Winslet, quien por lejos es lo mejor de la cinta.
El poder de la moda es confusa, es larga y no deja nada salvo por un par de sonrisas en la primer media hora cuando el film aún parece una comedia, luego es todo caída libre.