Lo bueno, lo malo y lo feo contado con agallas
Gilda fue un éxito inesperado en todos los modos imaginables. No solo cosechó un gran éxito de público y crítica, sino que también devino en reconocimientos de los Premios Sur (Academia de Cine Argentina) y los Premios Cóndor (Asociación de Cronistas). El mensaje de estos logros fue claro: Lorena Muñozdemostró que una buena historia puede estar en cualquier lado, incluso en un terreno que no es santo de la devoción de muchos como la música popular.
A razón de este éxito, sus responsables, nada perezosos, se hicieron eco de una de las filosofías hollywoodenses más viejas y vigentes “Si salió bien una vez, hazlo otra vez”. Por eso, dos años más tarde el universo ha cambiado de la cumbia al cuarteto cordobés con El Potro, la historia de Rodrigo Bueno, una figura que -hay que ser sinceros- no tiene el manto de santidad que tenía Gilda pero que igualmente gozó de un lugar privilegiado en el afecto de muchos fanáticos.
Sin soda, porque así pega más
El Potro cuenta la historia de los últimos diez años en la vida de Rodrigo Bueno, su ascenso en el mundo de la música, sus amores, la relación con su padre y con su madre, y por supuesto todas sus sombras como la adicción a las drogas y las infidelidades.
Ningún biopic es exacto históricamente. Si exactitud es lo que buscan, un libro o un documental van a servir mejor a ese objetivo que una narración donde (por motivos diversos) las licencias dramáticas son inevitables. El peligro recae en que esas licencias dramáticas dan pie a quienes sobrevivieron al sujeto a realizar una campaña para que dejen de lado (con justa razón) sus aspectos más sombríos, haciéndolo parecer como un santo con un sueño a cumplir y nada más. Pero para que esta película tenga sentido, para que sea algo que le interese ver al público, necesita mostrar al ser humano detrás de esa leyenda: ello implica poner sobre la mesa sus defectos, que a la larga son los que tenemos todos. Y más de uno sabe (o por lo menos intuye) que la vida de Rodrigo Bueno estaba repleta de ellos.
Esa es una de las principales virtudes de El Potro: habla de lo bueno, lo malo y lo feo. Es una narración que no le escapa a sus rincones oscuros sino que los abraza con agallas. Es una película que sabe cuándo la crudeza es el curso de acción más conveniente y cuándo la sutileza, esa que invita al espectador a sumar dos más dos, es la que mejor resultados puede rendir. Lo muestra como un tipo que quería mucho a su hijo, pero también lo muestra como alguien capaz de engañar a su mujer con otra o encerrar a su amante en el baño de un hotel. Todas las luces y las sombras, ni más ni menos, están de manifiesto en todo el metraje.
Pero más allá de esta valiente actitud, la película no se conforma con eso. El Potro descansa en una estructura narrativa clara, incluso sólida, con un objetivo concreto. Fue todo un acierto del guion establecer desde el vamos al Luna Park como el objetivo último de la búsqueda de Rodrigo.
La única desventaja a señalar es el cómo opta la narración por escenificar los momentos musicales del filme. Cuando los intercala con otros momentos, ya sea por una evolución del tiempo o un descenso a los infiernos del personaje, brilla. Sin embargo, cuando se elige escenificar el recital y no otra cosa, el ritmo puede llegar a volverse cansino a pesar de lo logrado que pueda estar musicalmente.
En materia técnica, Lorena Muñoz se ratifica como una realizadora que exprime todo el potencial de cada herramienta que tiene para ofrecer el lenguaje cinematográfico. Cada decorado, cada plano, cada actuación, cada sonido es cuidado y afilado al extremo para poder sumergirnos en la atmósfera de la historia.
En materia actoral destacan Florencia Peña como la madre del protagonista y Fernán Miráscomo su representante. Sobrias y eficientes son las interpretaciones de Jimena Barón y Malena Sánchez, como las mujeres que fueron el objeto de afecto del cuartetero.
Naturalmente, ninguna reseña sobre este filme estaría completa sin hacer mención al trabajo de Rodrigo Romero, un caballero sin experiencia actoral o musical que fue convocado por su gran parecido al cantante. Afortunadamente, las cosas no mueren con el parecido. Romero saca adelante con mucha dignidad un rol bastante desafiante, y ojala sea el primer paso de una carrera promisoria.