Así empezaba lo peor
Es la precuela del desastre financiero que todavía tiene arrinconado a medio mundo. Estamos en una poderosa empresa financiera horas antes del gran derrumbe del 2008. El filme arranca cuando el tsunami financiero ya estaba en marcha: un gerente de área es despedido junto a otra docena de colaboradores. Reajustes, que le dicen. Pero antes de marcharse, le entrega un pendrive a un colaborador: "echale un vistazo y cuidate". Y en la pantalla surgirán los primeros síntomas de la epidemia que se viene. ¿Qué hacer? Se encienden las alarmas y esa misma noche el presidente de la corporación llega en helicóptero para conducir el salvataje o la huida. Porque nunca se sabe. El filme es eso. Cuenta las doce horas fatales antes del estallido. Todos temían, pero nadie creía que podía ser tan drástico y tan extendido.
El libro y la realización es de un debutante, J.C. Chandor, un tipo que sabe lo que hace: está bien escrita, no descuida el tema general, y sabe aproximarse a sus personajes. Un thriller financiero, muy transitado en esta época. Empiezan las dudas, los aprietes, las opciones. No hay lugar para actos heroicos ni para salidas decentes. Hay que salvarse como sea arrojando al agua lo que haga falta. El plan de acción debe conciliar eficacia y urgencia. No hay que detenerse a contar heridos ni dejarse ganar por los sentimientos. Hay que vender ya, antes que todo se descubra. Uno de los gerentes primero se niega, pero al final acepta este plan aniquilador. El resto se mueve como marionetas de una estrategia que los ignora.
Buen tema, gran elenco, ritmo preciso, tensión dramática, diálogos filosos y una mirada inquietante sobre un derrumbe que aun sigue generando escombros. Los banqueros saldrán otra vez sin lastimadura pese que ellos causaron el choque. Es que al final -como dice el líder- no hay que preocuparse, porque las crisis siempre vuelven y siempre se resuelven. (**** MUY BUENA).