El precio de la codicia es una producción independiente que tiene la virtud de hacer apasionante el mundo de las finanzas y además darse el lujo de trabajar estos temas a través del thriller.
Se trata de un film producido por Zachary Quinto (el señor Spock de la última Viaje a las estrellas) que está inspirada en la quiebra de la compañía Lehman Brothers y la crisis económica que se desató en Estados Unidos en el 2008.
Esta es probablemente la mejor película que abordó temas de economía de una manera atractiva desde el clásico de Oliver Stone, Wall Street, de 1987.
En este caso la trama se desarrolla a lo largo de 36 horas en las que el director J. C. Chandor retrata ese gran mundo de pirañas que componen el mundo de las finanzas y las acciones que emprenden que emprenden una serie de personajes que tienen un impacto internacional.
La película plantea un interesante y realista retrato de lo que pudo haber sido las horas previas en varios despachos de Wall Street antes que se desatara la crisis del 2008.
No es necesario ser economista para entender el conflicto ya que el guión sobresale por trabajar toda la información técnica de un modo dinámico y sencillo que termina por engancharte con el relato.
El trabajo del reparto es soberbio y si bien todos tienen momentos para destacarse el actor que más sobresale es por lejos Jeremy Irons.
Su personaje, John Tuld, por momentos hace que Gordon Gekko (Michael Douglas en Walls Street) sea visto como un monje budista. Un gran regreso de un actor que hace rato no veíamos en el cine.
Lo mejor de El precio de la codicia es la dirección de Chandor que logró hacer un film de suspenso con una temática complicada que en principio no resulta muy atractiva pero acá lograron hacer una muy buena película.