Cada tanto, el sistema capitalista se ve inmerso en alguna nueva crisis económica. Las razones varían según el momento (super-producción, precio del petróleo, etc), pero el resultado suele ser el mismo: un tendal de ahorristas empobrecidos, muchos empleados que pierden sus trabajos, y las grandes financieras que manejan los hilos de la cuestión, que de una forma u otra, sobreviven, y vuelven al ruedo en pocos años. Con su película El precio de la codicia, J.C.Chandor (nominado por éste a mejor guión original en los últimos Oscar) intenta explicarnos el principio de la última de estas crisis, la de 2008.
Este film se ubica en el sub-género que podría llamarse “thriller financiero”, y, si bien por momentos la trama puede volverse un tanto críptica, dado que se discuten temas de ecuaciones y productos financieros, el director y guionista J.C.Chandor lo tiene en cuenta, y lo simplifica de modo que sea más accesible al público. Incluso pone en boca del personaje de Jeremy Irons lo que el espectador seguramente está pensando: “explicámelo como si fuera un niño, o mejor, como si fuera un Golden Retriever”.
Al fin y al cabo, lo principal en esta historia, no es la explicación minuciosa de lo que genera la crisis, sino mostrar al espectador los diferentes comportamientos y reacciones de cada uno de los protagonistas, todos empleados de distintas categorías de la empresa que dispara el desastre.
Así, en apenas 24 horas, vamos desde el nivel más bajo (paradójicamente el único que realmente entiende, en las cifras y ecuaciones, lo que está sucediendo) para ir escalando en niveles hasta llegar a la cima, que determinará el rumbo a seguir. Este ascenso no es sólo jerárquico, sino que se ejemplifica con las reuniones, cada vez en pisos más altos del edificio.
La historia es atractiva, y está bien llevada. La música, la elección de los planos, y hasta el marco de ciertas escenas, colaboran con un guión interesante, con líneas muy inteligentes, que no deja de lado la ironía y un cierto dejo de humor, a pesar de estar hablando del peor drama financiero de estos años.
La única salvedad es que, a quien no le interesa este tipo de temática, la película se le puede hacer algo densa. Para los demás, un film inteligente, interesante, muy bien escrito y actuado. Vale la pena.