El color del dinero
En su más que interesante debut como guionista y director, J. C. Chandor hace un inteligente trabajo para exponer -desde la perspectiva de los propios ejecutivos de Wall Street- las dimensiones y alcances (tanto humanos como económicos) de la crisis financiera de 2008.
El film describe un día (y una noche) de furia en el seno de una poderosa corporación que está demasiado cerca del colapso. Chandor denuncia la codicia del título (de estreno en Argentina) y la falta de escrúpulos de los players con bastante rigor, mostrando la dinámica demoledora en la toma de decisiones cuando el tiempo apremia y las pérdidas deben ser disimuladas y/o traspasadas.
Diálogos contundentes (el film fue nominado con justicia al Oscar al mejor guión original), sólidas actuaciones dentro de una estructura coral, tensión creciente y un tono casi alucinatorio conforman la propuesta de Chandor, quien sólo en un par de momentos cede a las convenciones de la corrección política y apela a lugares comunes (¡qué fijación tiene el cine norteamericano con los perros a la hora de exponer las contradicciones íntimas de sus personajes!).
El thriller económico sobre las miserias de los grupos de poder se han convertido en uno de los subgéneros más transitados por la producción estadounidense “seria”. En muchos casos, ha servido para que los artistas “denuncien” los abusos y “laven las culpas”. En este caso, El precio de la codicia se sostiene por méritos propios. Es una película que desentraña una operatoria feroz y desalmada con las armas más genuinas del cine: la narración, los diálogos y las actuaciones. Vale la pena.