Cuando la realidad supera a la ficción
“El precio de la verdad” (Dark waters, 2019) es un drama legal biográfico dirigido por Todd Haynes (Carol). Basado en el artículo “The Lawyer Who Became DuPont's Worst Nightmare” de Nathaniel Rich, que fue publicado en 2016 por The New York Times Magazine, la cinta está co-escrita por Mario Correa y Matthew Michael Carnahan. Protagonizado por Mark Ruffalo, el reparto se completa con Anne Hathaway, Bill Camp, Victor Garber, Mare Winningham, Tim Robbins, Bill Pullman (Harry Ambrose en The Sinner), Denise Dal Vera, Kevin Crowley, entre otros.
La historia se enfoca en el abogado defensor corporativo Robert Bilott (Mark Ruffalo), el cual trabaja a favor de las compañías químicas (controla que no violen la ley al contaminar). Cuando a Robert le avisan que en la sala de espera de la firma Taft está un hombre lleno de cajas con videocasetes que quiere a toda costa hablar con él, el abogado no se imagina para nada que ésta persona es Wilbur Tennant (Bill Camp), granjero que es vecino de su abuela en Virginia Occidental. Al principio renuente a escucharlo ya que tiene varias reuniones más primordiales a las que atender, Robert termina yendo a la granja de Wilbur. El panorama con el que se encuentra ese invierno es plenamente desalentador: un vasto campo con 190 vacas enterradas y más animales que están vivos pero se nota que están lejos de verse saludables. Tennant está convencido de que los desechos químicos tirados en el vertedero Dry Run por la empresa DuPont son los causantes del mal estado y fallecimiento de sus mamíferos. De esta manera, Bilott empezará a pedirle información a DuPont sobre las sustancias arrojadas al arroyo, lo que lo hará descubrir una verdad camuflada que afecta gravemente no solo a la ciudad de Parkersburg sino a la población mundial.
El nuevo filme de Todd Haynes mezcla con maestría el thriller, el drama pero, por sobre todas las cosas, el horror de un problema ambiental que persiste hasta el día de hoy y que no solo afecta a los animales sino también al organismo del ser humano, provocando todo tipo de enfermedades (dientes negros, deformaciones, cáncer, entre otros). Con un conflicto que persiste a través del tiempo (los hechos de la cinta comienzan en 1975 y terminan en 2015), la película consigue generar conciencia sobre los utensilios que utilizamos para cocinar y los componentes que tiene el agua que consumimos regularmente, dándonos cuenta que la realidad es muchísimo más terrible que cualquier película de ficción.
Recordándonos a producciones tales como “Una acción civil” (A civil action, 1998) y “Erin Brockovich” (2000), “El precio de la verdad” es de esas películas que provocan varios sentimientos: impotencia y bronca por el nivel de corrupción que maneja la industria química, la cual es consciente del mal que está haciendo pero continúa de igual manera ya que creen que cualquier cosa, hasta la propia salud, se puede solucionar con dinero o premios a los empleados y a los pueblerinos; tristeza por el sistema en el que vivimos, con un gobierno cómplice de la industria que no protege al ciudadano; y por último esperanza porque aún existe gente como Robert Bilott, un hombre que decide investigar a fondo, siendo lo suficientemente valiente como para cambiar de bando. A pesar del estrés, recorte salarial y el poco tiempo que le queda para disfrutar de su familia, Robert sigue en su lucha por la justicia hasta la actualidad.
Con respecto a las actuaciones, a Mark Ruffalo se lo nota muy comprometido en su rol, demostrando que aparte de comedias románticas y películas de superhéroes también puede triunfar en géneros más serios. Además, Anne Hathaway funciona como apoyo moral del personaje y tiene una de las escenas más potentes con el jefe de Robert Bilott (Tim Robbins). El trabajo de fotografía también está muy bien logrado: los tonos oscuros y el clima nevado van perfecto con lo que se está contando.
Con un guión comprometido para que el espectador pueda entender todo lo que ocurre en pantalla, “El precio de la verdad” logra abrirnos los ojos sobre los miles de productos químicos no regulados y ultra dañinos a largo plazo que habitan en cada uno de los hogares. Directa, atrapante y con un desenlace informativo impactante, la película de Todd Haynes no deja indiferente a nadie.