El precio de la verdad

Crítica de Luis Kramer - Lúdico y memorioso

Tal vez un poco alejado de la contundencia creativa de films anteriores tales como la evocación a Brian Slade que construyó en “Velvet Goldmine” (1998); el homenaje a Douglas Sirk que exteriorizó en “Lejos del Paraíso” (2002); la evocación a Bob Dylan en “I´m Not There” (2007) y la vuelta a los 50´s en “Carol” (2015), regresa Todd Haynes en un film probablemente de encargo (“Dark Waters” o “El Precio de la Verdad” su poco felíz y ganchero título en castellano) para trasladar a la pantalla la historia que se desprende del artículo aparecido en el New York Times y firmado por el periodista Nathaniel Rich “The Lawyer Who Became DuPont’s Worst Nightmare”.

El film desgrana el daño que provocó la Empresa Dupont al verter desechos tóxicos en el Río Ohio afectando a toda la población de Parkersburg, West Virginia y que dio origen al famoso caso judicial que comenzó en 1998 hasta su resolución final en el 2015, impulsada por el abogado Rob Bilott, encarnado por el siempre eficaz Mark Ruffalo, quien ha elaborado cada detalle del personaje hasta su postura física y su aire “antiguo”.

Este es otro exponente del llamado Court Room Drama, en el que gran parte de su metraje transcurre en los Juzgados, y que ha sido narrado con gran solvencia y fluidez, enfocando la historia prácticamente en la lucha de este abogado contra una corporación y tal vez dejando en segundo plano aspectos familiares y personales que hubieran enriquecido más la historia.

El valor del film radica en su testimonio ecologista y la interpelación a Empresas que siguen generando dividendos a costa de la contaminación a cualquier precio, sin conciencia social alguna.

Otro dato a destacar es la impecable composición de Bill Camp como el granjero Will Tennant que acerca el caso a Bilott y aporta las pruebas de la matanza de casi todo su ganado.

Sobre el final, y como casi siempre sucede con este tipo de historias, se podrá apreciar a los reales protagonistas de esta historia.

POR QUE SI:

«El valor del film radica en su testimonio ecologista «