Una posible buena historia del director de Gattaca, que esta vez queda en la nada.
La nueva obra de Andrew Niccol, director de Gattaca, El señor de la guerra y escritor/director de esta nueva película, deja mucho que desear.
El precio del mañana nos cuenta la historia de Will Salas (Justin Timberlake), un joven que vive en un futuro cercano donde la moneda de cambio es el tiempo, por lo cual los ricos se tornan inmortales y los pobres luchan día a día por su vida. Will se encontraba en ese lugar, hasta que un completo extraño le regala 100 años para luego suicidarse, pero la policía (o “time keepers” en este caso) va a pensar que fue un simple asesinato más para robar un poco de tiempo. Esta premisa suena prometedora, ya que el uso del tiempo como dinero es una metáfora que podría ser explotada perfectamente en una película de ciencia ficción, pero en este caso se queda ahí.
La interesante historia que se cuenta en un principio deja de ser desarrollada ni bien empieza la “acción” del film, dejándonos solo con una hermosa pareja estilo Robin Hood, conformada por los hermosos Justin Timberlake y Amanda Seyfried que cumplen con sus papeles, pero no más que eso. Y esto pasa generalmente con todos los actores de la cinta, a excepción de Cillian Murphy, que por momentos trata de tener una mayor profundidad en su personaje, y un poco lo consigue.
A nivel visual cumple, pero, como pasa en toda la película, podría haber sido mucho mejor. La “zona pobre” no parece serlo y los chicos lindos que viven en ella tampoco parecen ser muy amenazadores, le falta vida, oscuridad y suciedad. Las escenas de acción cumplen, pero ninguna se gana el precio de la entrada al cine.
Una película que tal vez puede llegar a entretener a alguien, pero que termina quedando ahí, y es lamentable debido a que la punta de la historia era fascinante para una buena película de ciencia ficción/acción.
Más que nunca el tiempo es suyo, ustedes decidirán si usarlo en esta película es perderlo o no.