El tiempo es tirano
En el futuro, si no se compra tiempo, se muere.
Las películas que transcurren en el futuro pueden ser completamente alocadas o tener algo en común con los asuntos terrenales de hoy día.
El precio del mañana juguetea con la premisa de que la vida puede ser eterna, pero sólo para algunos. Si la explosión demográfica continuara, ya no habría posibilidad de satisfacer y alimentar a todo el mundo. Entonces habrá vida hasta los 25 años. A partir de ahí, habrá un año para rebuscárselas y no morir, porque por una cuestión genética se activará en el antebrazo de cada uno una suerte de reloj digital –queda muy fashion- en el que uno puede ver cuántos días, horas, minutos y segundos le quedan de vida.
Cuando el relojito queda en cero, el portador se desploma. Kaput.
Pero claro que no todo está perdido. Por ejemplo, aquellos afortunados que puedan comprar (o matar o robar) “tiempo” en los bancos, ya que la moneda en curso es el tiempo, no el dinero, podrán permanecer jóvenes, con un cutis y rasgos de veinteañero, y tener, por ejemplo, 80 años. Así, ¿cómo discernir en una familia quién es mamá, la abuela o la hija? En eso está nuestro héroe, Will Salas (Justin Timberlake), trabajando en una fábrica en el gueto, cuando no llega, literalmente, a traspasarle unas horitas a su mamá –tocando brazo con brazo se donan hasta años-, quien muere. Y el joven (él sí tiene 25) jura venganza.
A partir de allí, contará con la ayuda de la hija rebelde (Amanda Seyfried, de Mamma mía! ) del magnate y villano capitalista y codicioso que maneja el mayor banco de tiempo del país (Vincent Kartheiser, de Mad Men ) y tratará de ser un Robin Hood del futuro.
El director Andrew Niccol ( Gattaca , y coguionista de The Truman Show ) no escatima energías. No sólo porque hace correr a Timberlake como si se perdiera el tren (de la vida), sino porque el guión está plagado de mojones y pruebas que deben resolver cual videogame alucinante. Cillian Murphy es el cuidador del tiempo, algo así como el policía, no de los sueños, sino de las horas, que va tras Will.
Habrá quien esgrima que ver El precio del mañana le robará dos horas de su tiempo, otros argumentarán que ganaron diversión. Pero para los que se quejan de los precios de hoy, no saben lo que costará tomar un café en el futuro. Un ojo de la cara…