Con la sonrisa no basta
Desde la irreverente franquicia del ogro malhumorado Shrek pasando por otros títulos de menor factura técnica pero atendibles como propuestas inteligentes de parodia y revisionismo de los clásicos cuentos de hadas intocables, la animación digital encontró un aliado en aquellos acompañantes de los niños. Apostar al humor de la parodia siempre trajo sus beneficios aunque también rasgos de desgaste una vez conocido el recurso de tomar cualquier personaje, exacerbar sus rasgos distintivos y porqué no aggiornarlo a lo que el mercado solicita.
En este sentido, esta animación de origen canadiense El príncipe encantador genera por un lado alivio por imprimir alguna gota de aire nuevo y por otro desconcierto al no atreverse a ir un poco más lejos en la propuesta de la parodia, sin dejar de mencionar la rusticidad técnica que la aleja de otros productos con mayor riqueza en lo que a animación se refiere.
El despecho de una mujer enamorada de un rey que no la correspondió devino en venganza a partir de una maldición en la que la principal víctima no es otro que su hijo príncipe. Su maldición es su irresistible sonrisa una vez que despliega su manual de simpatía frente a cualquier mujer que se le cruce en el camino, pero este “encanto” es superficial y no obedece a un amor verdadero por lo cual el don de la seducción condena al príncipe, además de generarle todo tipo de odio de los hombres o parejas de aquellas damas que se rinden a sus pies.
En épocas de exhibicionismo en redes y del culto a la imagen, el desfile de princesas para casarse con el susodicho viene representado por las traumáticas Blancanieves, Cenicienta, y La bella durmiente pero también aparece en escena Lenore, una mujer completamente alejada de ese mundo y códigos, descreída del amor y de los hombres en general, quien solamente vive para la aventura del robo.
Así las cosas, el cruce de ambos terminará en aprendizajes y el incipiente intercambio de experiencias para romper el hechizo no sólo con un beso y así tener su final feliz.
No es tan feliz ese final y desarrollo para el público que busque otra historia con más vuelo cuando la idea de la parodia y la crítica a los mensajes de los cuentos infantiles y su reduccionismo en el estereotipo llega de antemano. Como frutilla del postre agregarle a esa trama aventurera canciones resulta demasiado e innecesario para una película que tenía su encanto en los primeros minutos y como en toda maldición lo va perdiendo.